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Stiles
(Día de la boda)

— ¿Seguro que no me quemo Liam? —voy a tomar un baño pero no con agua, sino con lava.

— Eres un demonio, no te quemará, además te hará bien, tu piel será hermosa y tersa. —me informa dandome unos empujoncitos—. Vamos, entra.

Me retiro la bata quedando desnudo, camino lentamente hasta la tina, meto con inseguridad mi pie derecho.

Milagro, no se encendió.

De hecho se siente extraño, espeso.

Comienzo a meterme, aguanto la respiración y me hundo completamente.

Al salir quito mi cabello del rostro llevándolo hacia atrás.

— ¿Ya ve? —inquiere Liam recogiendo mi bata—. A nosotros no nos hace nada.

— Liam. —lo llamo inseguro hasta que este me ve—. ¿Qué es esta marca que tengo en mi costilla?, no es la primera vez que la veo y no se que es, ya que no se parece a las otras que tengo. —veo como se pone nervioso.

— Marca de nacimiento. —dice rápidamente—. Las del amo son rojas.

— Bien. —asiento y vuelvo a hundirme en la bañera.

•••

— Señor, es hora de vestirlo. —me levanto y me cubro con una bata negra.

Al llegar a mi habitación comienzo a secarme y acaricio mi piel.

Se siente tan suave y se ve brillante, sin ninguna imperfección o mancha, nada, simplemente mis marcas adornando mi lechosa piel.

Me coloco un pantalón color blanco con detalles dorados y negros.

Un simple pedazo de tela blanca con las mismas decoraciones doradas y negras viste mi pecho.

Para mi gusto, algo muy llamativo para la ocasión pero el rey me dijo que no habría problema, ya que se trataba de un boda real, lo mío no era nada en comparación con lo que usarían.

La tela comienza desde mi cadera, pasando por mi pecho y cae en mi hombro derecho para ser amarrado en mi espalda.

Y para casi terminar unos zapatos negros con detalles igualmente dorados.

Me coloca collares, brazaletes y anillos de oro.

Una que otra pulsera está puesta en mi antebrazo izquierdo.

Toma un peine y lleva mi largo cabello hasta mi cintura, donde lo acomoda y me hace un trenza a mitad del cabello donde la adorna con una liga con piedras preciosas.

Para finalizar saca un arete en forma de dragón.

— No uso aretes. —informo viendo sus intenciones.

— No se preocupe, esto no dolerá. —indica para acercarse y comenzar a mover mi oreja—. Listo. —se aleja y me sonríe.

Camino hacia el gran espejo en la habitación y me contemplo por unos minutos.

El conjunto se me ve increíble y mi rostro está más delicado y brilloso, con mis labios suaves y rosados, mis mejillas tienen un ligero tono carmesí.

Antes Me Rechazabas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora