Prólogo*

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Hace mucho mucho tiempo, cuando la tierra era joven y la vida aun no caminaba por ella

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Hace mucho mucho tiempo, cuando la tierra era joven y la vida aun no caminaba por ella. La Luna y el Sol solían verla en silencio, preguntándose, porque dios los nombraría gobernantes de tan desolado lugar. 

En la tierra todo era soledad y silencio, no había nada especial en ella.

El Sol y la Luna aun dudosos por la decisión de su líder, se dividieron la tierra en dos partes iguales, creando así dos reinos.

El reino de la luna, el cual estaba siempre obscuro y lleno de misterios y el reino del sol, lleno de calor y hostilidad.

La Luna creía en su líder y decidió darle una oportunidad a la tierra y haría de este lugar un paraíso que sorprendería a cualquiera con solo verlo. 

Ella tenía un talento, amaba la vida, se esmeraba en crearla con cuidado y delicadeza, pensando en cada uno de sus detalles. Cada que la Luna creaba una criatura nueva, dejaba su imaginación fluir como si de una cascada se tratará. 

Creo hermosas aves e imponentes lobos, así como ratones y peces que nadaban por sus ríos plateados. Ella amaba a cada criatura que creaba y las nombraba con cariño. 

Las amaba tanto que decido darles dones y habilidades y finalmente viéndolas solas, las doto de su mismo poder, fertilidad. 

Este pequeño y egoísta regalo hizo que su reino crecía, evolucionará  y prosperará.

Hermosa vida bioluminiscentes comenzó a emerger de la tierra bajo el cuidado de la luna. Plantas y hongos crecieron, al igual que animales comenzaron a nacer y recorrían por sus reinos fríos y húmedos. 

La Luna estaba orgullosa.

Pero en cambio en el reino del Sol, donde todo era luz y calidez, la vida no se le daba como a la Luna. 

El Sol algo celoso por el reino tan hermoso que hacía la Luna, intento imitarla, pero para él era complicado crear vida o mantenerla. La falta de humedad por sus hermosos rayos de luz hacían complicado dicha tarea, por lo que frustrado le fue a pedir ayuda a la Luna.

La Luna orgullosa en un principio se negó, pero al ver la perseverancia del Sol y su espirito lleno de luz, decidió ayudarle.

La luna le enseño a tejer nubes y a sembrar la tierra. La Luna era inteligente y dedicada, dio todo de si para ayudarle al Sol en su tarea. Y fue así como al poco tiempo, el reino del Sol se convirtió en un reino prospero y lleno de vida.

Era tan prospero, que la misma vida que la Luna había creado huía al resguardo del Sol.

A la Luna le rompía el corazón ver a sus criaturas abandonar el hogar que le había costado tanto crear, pero los amaba y quería que fueran felices. Para ella cada criatura era como un hijo, así que no se interponía en la decisión de sus criaturas.

Pero eso no evitaba que menguara su estado de animo, haciendo que su luz se apagara en zonas de su cuerpo por algunos días.

La Luna pese a su sentir, vio a cada criatura irse con una sonrisa y al poco tiempo su reino estaba deshabitado, o eso creía, ya que una criatura se rehuso a irse. 

Horizonte -- Katsudeku--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora