Bienvenido*

212 53 6
                                    

Llevábamos caminando varías horas por el bosque que rodeaba a la ciudad. Desde que iniciamos nuestra travesía aquel misterioso hombre no me había dirigido la palabra para nada.

No sabía su nombre o hacia donde nos dirigíamos, lo estaba siguiendo simplemente porque me lo había ordenado. Pero realmente no es como si tuviera otra alternativa, soy un cachorro sin manada, con personas extrañas tras de mi.

Estaba cansado de caminar por tanto tiempo, mis pies descalzos comenzaban a herirse por el camino lleno de ramas y hojas secas.

¿por qué no te transformas en lobo y dejas de lastimarte innecesariamente idiota?— aquella voz rasposa y grave hizo que brincará de un susto, por ser tan repentina en aquel silencioso bosque.

mi madre me dijo que no me transformará jamás— mi voz sale como un pequeño lamento, temblorosa por miedo a la fuerte presencia de aquel hombre.

tu madre ya no esta aquí, no se que esperas— dice fríamente y yo solamente siento una punzada en mi pecho. Sabía que ya no estaba en este mundo, pero el que me lo recordarán había dolido, por lo que empiezo a llorar.

no llores ¡pareces un crío!— me grita el hombre y yo lo miro confundido.

soy un niño, solo tengo 8 años— le refuto y por primera vez en todo el viaje aquel hombre voltea a verme molesto porque le conteste.

pues tendrás los años que sea, no pienso cargarte así que ahora transformaste inútil que tu sangre puede dejar un camino que guíen a criaturas— dice y yo aprieto la manta que me cubría con fuerza y miedo.

Aquel hombre me mira y luego truena los dientes.

¿por qué todos los perros son unos llorones?— sin poder defenderme me quita la manta dejándome desnudo y con frío.

Veo que no me queda de otra y me trasformo en un pequeño lobo de pelaje negro verdoso.

vaya, que raro eres, jamás había visto un lobo verde— dice y yo no puedo evitar sonrojarme, varios en la comunidad me lo habían dicho, pero escucharlo de alguien más era extraño.

Yo no digo nada y comienzo a caminar a su lado como un cachorro siguiendo a su dueño. 

Caminamos así por un gran trayecto y yo no podía dejar de verlo, incluso tropezándome en ocaciones con raíces por eso.

Aquel vampiro era extraño, jamás había leído de alguien así. 

Los vampiros era una especie que me llamaba mucho la atención por la historia para dormir que siempre me contaba mi madre.

Aquella historia era mi esperanza, pensaba que si era verdad, aun podíamos hacer algo para pertenecer en este mundo, un mundo en que todos dejáramos de escondernos. Eso quería creer, pero todos me decían que solamente era un cachorro que no sabía nada de la vida, todos menos la anciana de la manada.

Todos decían que ella estaba loca y que los milenios habían hecho estrago en su mente, pero conmigo siempre fue una dulce mujer y un imponente lobo negro azabache, aún pese a que cojeaba de una pierna. Ella me había enseñado todo lo que se sobre bestias mágicas.

Y siempre disfrutaba sus historias alado de la chimenea cuando me cuidaba, mientras mi madre salía a trabajar.

Al final no supe nada de ella, no sabía si había sobrevivido o había muerto. Espero que Nana este bien y a salvo.

Suspiro triste al recordar a mi extinta manada. Los echaba de menos.

¿podrías parar? ¡tus suspiros son molestos!— aquel hombre volvió a molestarse conmigo y yo solamente me hice pequeño.

Horizonte -- Katsudeku--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora