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Nico di Angelo.
Estar lejos de un lugar por mucho tiempo, cambia cosas, te cambia a ti. Descubres que el mundo sigue, incluso cuando tú no estás, y eso te llevará a decidir si es bueno o es malo.
Hace un año y medio, no le tomé importan...
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Malika Imperi.
Un silencio incomodo inundó el lugar.
No sabía que decir. ¿Le tendría que hablar del tema?
Ferret corriendo a los brazos del hijo de Hades, rompió la tensión.
Nico se agachó para recoger al hurón.
-Al parecer ya estás preparado para irte.- comentó el pelinegro hacia mi mascota. Aproveché la oportunidad para hablar.
-Sí, tenemos todo ordenado.- dije con una sonrisa incomoda.- ¿Qué hay de ti? ¿Ya ordenaste?
Di Angelo negó con la cabeza.
-¿Necesitas ayuda?- ofrecí.- Todavía me quedan un par de cubos vacíos para que ocupes.
-¿Sinceramente? Necesito toda la ayuda que pueda.- admitió Nico.- Nos queda una hora para llegar al parque.
-Es mejor que nos pongamos manos a la obra.
Nos dirigimos a la habitación del pelinegro. Todo era un completo desastre.
-Dioses, Nico.- exclamé al ver el montón de ropa juntándose en una de las esquinas.- ¿Hace cuánto no ordenas tu cuarto?
El hijo de Hades se encogió de hombros restándole importancia. Rodé los ojos.
-Muy bien, tenemos media hora para empacar todo si no, nos dejarán.- Nico asintió de acuerdo.
Para ordenar todo, incluso nuestras mascotas pusieron su esfuerzo. Ferret y Brunette juntaron las prendas en montones, para que después Calix activara los cubos sobre estas y se encogieran.
Demoramos un poco más de lo esperado, pero aún nos quedaban cerca de diez minutos para llegar a la plaza principal. Ya que llevábamos a las criaturas, Nico no podía hacernos aparecer allí, así que tuvimos que ir a la vieja escuela. Corriendo.
-¡Cuidado! - gritaba abriéndome paso entre las personas.
Mi dragón volaba sobre nosotros con una jaula en cada garra. El hurón y la gata que estaban allí, probablemente nos odiarían a este punto.
