My dear warrior

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La primera vez que el hijo de la Guerra estuvo cara a cara con el padre del dueño de sus suspiros, Jongho no era más que una cosa diminuta de mirada severa, que iba detrás de su padre como un patito. La Guerra no solía organizar fiestas, porque la Guerra apreciaba demasiado su intimidad y su hogar: abrir sus puertas a ojos ajenos enervaba a la deidad, así que prefería evitarlo. ¿Acudir a fiestas y bailes en casa de otros? ¡Por supuesto, nunca rechazaba una invitación! Se vestía con sus mejores galas, vestía a Jongho con sus mejores galas también y se pasaba la tarde y parte la noche bebiendo, comiendo y hablando con orgullo de sus victorias y de su hijo. Sin embargo, a veces, la Guerra se dejaba convencer por los ojos bonitos de su esposa (los mismos ojos bonitos y serios que Jongho tenía) y aceptaba celebrar una reunión con otros dioses, sus parejas, sus hijos. En aquella ocasión, Jongho notó a su padre más nervioso que nunca. No dejaba de tocarse el cabello y arreglar la preciosa túnica que Jongho vestía (a día de hoy, Jongho aún recordaba que era roja con detalles dorados y le llegaba hasta los tobillos, pero era suelta y cómoda para correr por el patio con los otros hijos de otros dioses). Su madre chasqueaba la lengua y ponía una mano sobre el hombro de la Guerra, diciéndole con severidad que se tranquilizara. Jongho no sabía qué tenía a su padre tan nervioso, tan agitado. Sin embargo, lo iba a descubrir pronto, cuando su casa se llenara de dioses a los que veía un par de veces al año.

Jongho recordaba estar bailando con Yeosang, aunque no estaba seguro si dar vueltas sin parar y pisar los pies del hijo de la Luna se podía considerar bailar. Su padre se acercó a ellos en algún momento de la tarde y se disculpó con Yeosang por querer llevarse a Jongho a un lugar más apartado. Jongho se despidió de su amigo con un movimiento de la mano y siguió a su padre con la barbilla bien en alto. Una vez fuera del gran salón, escondidos en uno de los muchos pasillos de la casa, Seonghwa se agachó a la altura de su retoño y le tocó el cabello y las mejillas con cariño.

Enyálios, mi precioso niño ㅡla Guerra puso el pulgar sobre la barbilla de su hijo y sonrióㅡ. ¿Me harías un favor?

Jongho, que siempre había tenido a su padre en un pedestal y adoraba ver la expresión de orgullo en su rostro cuando hacía algo bien, asintió con entusiasmo y puso su mano pequeñita sobre la más grande y callosa de la Guerra.

ㅡPor supuesto, padre. ¡Lo que sea!

ㅡQué obediente eres ㅡla Guerra rió y sujetó las manos de Jongho, juntándolas y formando un cuenco con ellasㅡ. Quiero que le lleves esto a alguien.

Seonghwa sacó algo de un pliegue de su túnica y lo puso entre las manos de Jongho. El niño observó lo que había sido puesto en su poder y miró a su padre con ojos curiosos.

ㅡ¿Una manzana, padre?

ㅡSí, una manzana. Quiero que se la entregues a alguien, no te preocupes por nada. Tú encárgate de dársela y él lo va a entender.

Seonghwa se incorporó y regresó al salón, con Jongho dos pasos más atrás. Jongho recordaba que en ese momento estaba muy confundido, mientras miraba la manzana, roja y brillante. ¿Por qué era tan importante llevar aquella manzana? No tenía ningún sentido para él, pero tampoco iba a cuestionar a su padre. Haría lo que la Guerra le había pedido como el pequeño guerrero diligente que era. Al volver al salón, la Guerra señaló discretamente a un hombre alto que vestía de blanco y azul que destacaba entre los demás. Jongho aún era una criatura diminuta a la que lo único que le importaba era correr más rápido que los demás y lanzar flechas más lejos que los demás, por lo que aún no le había llegado el tiempo de fijarse y enamorarse de la belleza de la gente a su alrededor. Sin embargo, el corazón del retoño de la Guerra dio un vuelco en su pecho al ver a ese hombre, no, a ese dios.

ㅡWoah... ㅡJongho agarró la túnica de su padre y trató de esconderse detrás de élㅡ. Papá... ¿Quién es ese? Es muy bonito...

ㅡAmor ㅡSeonghwa sujetó a Jongho por el cuello de su ropa y lo puso delante de él, para que no pudiera esconderse másㅡ. Ese es Amor, Enyálios. Se un buen niño y ve a darle la manzana.

A Thousand Solstices 》WooJong《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora