A thousand solstices

332 53 80
                                    

Con las manos del hijo del Amor sobre su pecho, el hijo de la Guerra fue realmente consciente de lo débil que se había vuelto en cuestión de unas pocas semanas.

Su enamoramiento por Wooyoung no había hecho más que empeorar ahora que lo tenía tan cerca, ahora que lo tenía respirando el aire que él soltaba por su boca. Se sentía indefenso, desarmado, con las rodillas débiles y con un nudo en la garganta. No supo imaginar, antes de venir, qué acabaría haciendo una vez tuviera a Wooyoung delante, una vez se hablaran, una vez pudiera tocar al hijo del Amor como tanto había fantaseado. Por supuesto, ser atacado por una flecha era lo último que esperaba. Suponía que eso era parte de la naturaleza salvaje que tanto Yeosang comentaba y que hasta el mismo Amor le había advertido; Wooyoung, hijo del Amor, era más que el hombre precioso que había visto durante el solsticio, bailando con el hijo del Océano, riendo con todo el cuerpo, brillando con luz propia. Wooyoung, hijo del Amor, era el muchacho que retozaba libremente con un arco y una flecha, sin importarle el estado de su cabello o de su ropa, que invadía su espacio personal hasta el punto que sus narices no dejaban de tocarse.

¿Has pensado en mí como yo he pensado en ti todos estos días, mi preciado guerrero? Las palabras de Wooyoung se repetían sin pausa en su cabeza. El hijo de la Guerra desconocía si la naturaleza de sus pensamientos sobre el hijo del Amor eran iguales a los que el hijo del Amor había tenido sobre él, porque Wooyoung, precioso Wooyoung, no parecía ser del tipo que se perdía en ensoñaciones sobre cómo Jongho se vería nada más despertar. Jongho no quiso darle demasiadas vueltas a eso, pues en realidad no conocía a Wooyoung como para sacar conclusiones de aquel tipo, se limitó a asentir y admirar la sonrisa del otro hombre ante su respuesta. Daba igual si habían pensado sobre el otro de manera distinta, pues Jongho se sentía muy satisfecho con saber que Wooyoung había perdido parte de su tiempo en él.

Wooyoung obligó a Jongho a retroceder hasta que su espalda tocó el tronco de un árbol, todo sin despegarse de él. El hijo del Amor usó su mano izquierda para sujetar el rostro de Jongho y se acercó todavía más. Jongho estaba seguro de que su boca tocaría la de Wooyoung si se moviera un poquito y los latidos violentos de su corazón retumbaban fuertemente en sus oídos. Tener a Wooyoung invadiendo su espacio de esa manera mientras se veía especialmente encantador, con su cara sucia y su pelo rubio y desordenado, provocaba cosas en Jongho. Sus manos acabaron en la cintura de Wooyoung y un pequeño suspiro se le escapó al agarrar y apretar la túnica del otro. Su mirada se desvió por unos largos segundos hacia las piernas de Wooyoung, aún más descubiertas ahora que estaba abultando y levantando la tela, pero el hijo del Amor no hizo ningún comentario al respecto. Se limitó a sonreír e inclinar su cabeza hacia un lado.

ㅡJongho, ¿por qué no me invitaste a bailar contigo en la fiesta del solsticio?

Wooyoung soltó el rostro del otro para poner sus dedos alrededor de las muñecas de Jongho y, sin vergüenza, llevó las manos de Jongho debajo de su túnica. El hijo de la Guerra se ruborizó y se le cortó el aliento por el atrevimiento del hijo del Amor, aunque el pudor no le impidió presionar sus dedos en los muslos de Wooyoung, quien se estaba riendo de él y sus orejas rojas.

ㅡEres cruel, hijo de la Guerra ㅡWooyoung murmuró, bajando la cabezaㅡ. Me estabas mirando con tus bonitos ojos oscuros desde que llegaste a casa de Mingi, llenándome de esperanzas. Eres muy cruel por dejarme esperando...

ㅡYo... Yo pensé...

Jongho hizo una pausa antes de seguir hablando, distraído por la suavidad de las piernas de Wooyoung, de sus dedos rodeándole las muñecas, de su pelo rubio movido por el viento. El amor, definitivamente, volvía débil al hijo de la Guerra. Daba miedo ver la facilidad con la que Jongho había caído por Wooyoung, lo rápido que el hijo del Amor había robado su corazón.

A Thousand Solstices 》WooJong《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora