El bien mayor

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CAPITULO TRES

CAPITULO TRES

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Steve alcanzó de inmediato una servilleta de la mesita frente a él para secar el liquido ambarino que se colaba entre la alfombra y el suelo de madera. Dejó el vaso que no había sufrido daños sobre la superficie de madera e intentó entender lo que el Coronel ofrecía.

—Se que puede sonarle como un disparate...

—Ciertamente— Dijo sin pensar, pero de inmediato corrigió sus palabras— Es decir, no puede pretender casar a su hija con un desconocido...

—Bueno, quería casarse con un soldado cualquiera, sin aspiraciones, que pretendía vivir a costa de la familia... usted no suena tan mal, después de todo.

Natalia se hundió en su asiento. El Coronel sabía lo humillante que era tener que repasar su historia ¿y ahora debía rogar a ese hombre que apenas vió unos minutos una noche, para que se casara con ella y parara las habladurías? Sabía que era una estúpida, que todo era su culpa... que si jamás hubiera respondido a las palabras dulces de Brock, todo eso jamás hubiese sucedido; Pero ya no había punto de retorno, arruinó todas sus oportunidades y solo le quedaba agachar la cabeza y hacer lo conveniente.

Un par de golpes interrumpieron la incipiente conversación, era una chica del servicio para informar que buscaban al Coronel y los oficiales ahora le esperaban en su despacho. El mayor se disculpó con su hija y el Capitán, saliendo de inmediato para atender a las visitas.

La pelirroja jugó nerviosamente con sus dedos los primeros minutos que pasó a solas con el hombre sentado a solo un metro de ella. Intentó iniciar un par de veces una conversación para eliminar el incómodo silencio en el lugar, sin embargo no sabía que decir. Probablemente él debía odiarla por todo los daños que provocó a su persona... al final encontró las palabras, quizá no las correctas, pero sabía que debía disculparse.

—Lo siento, nunca hubiera querido arrastrarlo a esto. Créame que de haber sabido quien era Brock Rumlow, nada de esto hubiese sucedido. Nuestros caminos jamás se hubiesen cruzado de esta forma tan humillante y su imagen no habría sido dañada irreparablemente.

—Todos cometemos errores de juicio alguna vez en la vida. Y quiero evitar que se cometa otro más...— le dijo Steve, intentando no sonar tan duro— usted merece tener la vida que siempre soñó, con un hombre que la haga sentir querida y protegida. A veces la vida no nos deja muchas opciones, pero ¿para que estamos nosotros? para crear nuevas alternativas si las cosas no van como planeábamos.

La pelirroja no podía creer que imaginó a ese hombre aprovechándose de la situación, de las relaciones que podía establecer una vez se casara con ella. No le culparía si la aceptaba por conveniencia, con la reputación tan manchada como la tenía ella, estaría haciéndole un favor, aunque su meta fuera ascender en la milicia o beneficiarse de los recursos de la familia.

THE ONE | Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora