1: Chantaje emocional y pockys.

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   Durante las dos semanas que siguieron a la fiesta, Kat y yo permanecimos en la sección asuntos pendientes. Estaba demasiado ocupado par dedicarme a eso.

   Tras unos días tranquilos, de pronto nos vimos en una montaña de currículums en la oficina. Trabajo en Recursos Humanos y todo lo querían para anteayer; los contratos temporales, revisar antiguos candidatos, poner anuncios para las ETTS. Apenas tuvimos tiempo para asuntos realmente importantes, como el último capítulos de Love, Victor, o de la odiosa camarera de la cafetería.

   No traté el tema de Kat hasta el domingo por la mañana. Faltaban diecinueve días para la boda. La manera más fácil de acabar con todo habría sido decir que él me dejó, pero así no contendría la sed de información de mi madre. Supongo que confiaba que de repente tuviera un momento de iluminación y diera con la solución perfecta.

   Tampoco nadie me echaba una mano. Denki seguía durmiendo, y aunque había un cuerpo musculoso en el sofá, estaba hipnotizado viendo boxeo en la tele. El asunto empezaba a ser grave.

   Ese cuerpo pertenecía al hermano "pequeño" de Denki, Eijiro: casi metro noventa de músculos, veintiséis años, bastante guapo, con una coleta roja pasión (de bote) brillante gracias a mi shampoo de aceite de coco, que me robaba continuamente. Además, llevaba un piercing y, salvo cuando veía los combates de boxeo, era muy agradable.

  
   _ Podrías darme alguna idea, anda, aunque sea descabellada. Colabora un poco.

   Eijiro se había instalado hace un par de meses para una semana en el cuarto diminuto (que en realidad era un armario grande). Se quedó porque prefería pagar lo mínimo por ese  cuartito que por una habitación normal en otro sitio. A pesar de robarme el shampoo y otras cosas, Eijiro resultaba muy útil muchas veces. Nos arreglaba cosas en la casa, salía por la noche a comprarnos dulces y snack para ver la tele. Solo había que pedírselo amablemente.

   Al cabo de un minuto, reaccionó.

   _ Yo que tú diría que es un pervertido. Dile a tu madre que tiene fetiches raros. Que le va el BDSM_ el muy cabrón estaba disfrutando_ ¿Y si te pidiera que hicieras de Dom y le dieras asotes? "Por favor, por favor, he sido un chico malo... Me he pasado todo el día jugando con mi colita..."

   _  Por Dios, Kat no se parece a ti, él jamás diría "colita". Además me niego a salir con un pervertido.

   _ Como quieras. Pásame los pockys.

   Le pase la caja que estaba sobre la mesa. Quedaban dos cajas. Solo dos, y yo había comprado cinco una hora antes en la tienda del barrio.

   Eijiro mordió la mitad de dos en un solo bocado y siguió hablando con la boca llena.

   _ Tu madre tenía que recurrir al chantaje emocional. Es una de las técnicas preferidas de las madres.

   Yo podría escribir una tesis sobre el chantaje emocional versión madre. Antes de llamar a casa, hora y media antes, había decidido no ceder.

   Había empezado fuerte, firme. Lo sentía mucho pero que a Kat le iba a resultar imposible acudir. Estaba demasiado ocupado.

   Y esa fue su entrada.

   _ ¡Oh, Izu, de veras...! ¡Ya sabía yo que me ibas a fallar otra vez, con las ganas que tiene todo el mundo de conocerlo! A esa desgraciada de Amai le dije que era seguro de que iba a venir, y tú ya sabes como es esa mujer...

 
   Y así durante un rato.

    _ A veces me pregunto si no será que te avergüenzas de mí y de tu padre. Cada vez que nos prometes que lo vas a traer a casa...

Please, be my boyfriend.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora