Lo que no mata, te hace más fuerte

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Au Inverso. Yami es el portador del rompecabezas y Yugi es el espíritu que habita en él.

Mención de Yami género fluido (A veces se siente como chico y otras veces como chica)

-¡Por favor, te lo suplico Yami! -exclamó Tea, abrazando a su amigo por las piernas como una niña pequeña.

Yami intentaba soltar el agarre de Tea porque ya estaba empezando a sentir que sus piernas se dormían, detrás de él se hallaba Yugi, el espíritu que habita en el Rompecabezas del Milenio y nunca se separaba de él por ninguna circunstancia; Yami se rindió y soltó un largo suspiro.

-¿Exactamente para qué quieres que vaya a ese baile?

-Verás -y Tea le contó a Yami que, como él era bueno bailando, asistiera al baile para restregarle en la cara a Ushio sus pasos de baile. Yami se restregó las sienes con los dedos.

-Escucha Tea, no iré a ese baile, y mucho menos si Ushio estará presente.

-¡P-Pero es una emergencia, por favor!

Yami rodó los ojos, muy en el fondo quería hacerle caso a Tea y aparecer en ese baile para hacer callar de una vez por todas a Ushio, ese tipo siempre se burlaba de Yami por el simple hecho de que a veces se sentía como una chica y vestía como una. Yugi se le acercó flotando.

"Deberías intentarlo, Aibou" le dijo mediante comunicación mental.

"Mou Hitori no Ore, no me estás ayudando" le respondió Yami con un puchero.

"Mira el lado positivo, si asistes, harás que el tal Ushio se quede con la boca cerrada y deje de juzgarte"

"Sí pero sabes bien que no quiero ir porque los demás pensarán con satisfacción que nadie me invitó al baile"

Yugi se lo pensó por unos minutos, haciendo que el menor se confundiera por completo; entonces del rompecabezas salió Yugi con cuerpo propio. Saludó con la mano a Tea y se puso un poco más cerca a Yami.

-¿Quieres que yo te lleve? -las mejillas de Yami adquirieron un leve tono rosado.

-¡N-No es necesario!

-Si así puedo convencerte de que vayas, entonces no tengo ninguna queja -Yugi dirigió su mirada hacia la castaña-. ¿Cuándo es el baile?

-¡Yugi! -se quejó Yami.

-Es mañana a las siete en punto en el gimnasio de la escuela -respondió Tea con una sonrisa. Yugi asintió.

-Estarémos allí.

-¡Gracias, Yugi! -festejó Tea dando brinquitos de felicidad-. Bueno, hablaré con Rebecca y Mai para tener todo listo, ¡nos vemos! -ella se fue dejando a ambos tricolores solos.

(...)

Yami se encontraba probándose el vestido que su madre le regalo el día de su cumpleaños, era un vestido sencillo de color azul pastel incluyendo zapatos blancos. Se miraba en el espejo una y otra vez con el ceño fruncido, Yugi ya tenía puesto el traje del padre de Yami para acompañarla.

-¿Qué opinas? -Yami dio la vuelta completa, exhibiendo el vestido, Yugi sonrió.

-Estás preciosa.

Yami volvió a suspirar, luego arqueó una ceja divertida al ver que su otro yo tenía mal puesta la corbata del traje; se acercó a él y la reacomodó.

-Listo, ¿nunca supiste atarte una corbata?

-No es mi culpa -rió nervioso Yugi, recordando que en el antiguo Egipto no existían los trajes, mucho menos las corbatas.

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