El entrenador había anunciado el último calentamiento antes de dar comienzo a la nueva etapa de semifinales en el equipo de soccer. Jacob no era conocido por ser un chico deportista, pero una actividad extraescolar era requisito para poder obtener el carnet de calificaciones a finales del ciclo, así que no le quedó otra opción que incorporarse al equipo. Además Lucas y Noah también estarían dentro, supuso sería menos tedioso.
Estaban por dar las 8pm cuando un fuerte aguacero empezó a caer sobre los campos verdes de soccer de la preparatoria Midland Liberty. El entrenador no había dictado detener el juego de práctica así que los chicos seguían corriendo en busca del balón con el sudor ahora fusionado con la lluvia. Él seguía sin encontrarle lo interesante a aquel deporte pero aun así se obligaba a sí mismo a coordinar sus pies para no arruinarlo.
-¡Jacob...aquí!- escuchó la voz aguda de Lucas que se encontraba a unos cuantos metros de distancia esperando el asombroso pase triunfador para adornar con un punto más el marcador.
-No lo arruines esta vez.- se replicó a sí mismo mientras calculaba sigilosamente aquel decisivo pase.
Todo salió perfectamente como lo pensaba. Sus pies le fallaron despiadadamente una vez más. El que parecía ser el pase ganador resultó en un ataque repulsivo del equipo contrario, apareciéndose con auténtica audacia para arrebatarle el balón Dylan Williams, el capitán del otro equipo de la preparatoria, quien definitivamente en contraste era un experto en el tema.
Esa noche solo resultó en una suma de burlas y todo tipo de ofensas para Jacob, quien ya en sí estaba un tanto harto de la preparatoria y sus secuelas. Tan pronto como pudo se dirigió a los bañadores a quitarse aunque fuera superficialmente el título de perdedor innato.
En cuanto salió de las duchas y se permitió observar el reloj de bolsillo que siempre cargaba en la mochila, se percató de que habían pasado unos minutos de la hora que había acordado para verse con un chico que pertenecía a la pandilla "Wolves" con quien ya se había relacionado hace unos meses atrás, cuando aquella atractiva y enigmática chica pelirroja le condujo hacía aquel oscuro callejón con la intención de ayudarle a aliviar todos sus males.
Remontando el tiempo a unos meses atrás, Samanta Brown y Jacob Jones se encontraron por primera vez en la tienda de discos donde el chico solía ir los sábados por la tarde, cuando se encontraba mayormente aturdido de la mediocridad del mundo, de su mundo.
Estaba seguro de que era la chica más hermosa que sus ojos habían visto jamás. Ese cabello rojizo, ojos azul grisáceo, y su tez pálida, eran capaz de enamorar a cualquiera a primera vista. O al menos a Jacob Jones.
-¿Qué tipo de música buscas?- escuchó su melodiosa voz detrás del mostrador por primera vez, a lo que Jacob no pudo evitar sonrojarse aunque era una pregunta de lo más monótona.
-Eeeh... ¿qué me recomiendas?- no se le ocurrió preguntar algo más.
-Depende de tu trastorno.- mencionó en broma. -¿Qué es lo que agregas a tu playlist últimamente?-
-Para ser sincero soy un tipo de coctel a la antigua. Empezando por Daft Punk hasta The Beatles y Bee gees.- sentía como aumentaba poco a poco el rubor cada vez que le respondía a aquella chica.
-Entonces sígueme.- replicó haciéndose a un lado del mostrador para acercarse a Jacob y dirigirlo a la zona donde encontraría el tipo de música que buscaba. -Esto es lo que necesitas amigo. Me parece que estás muy aturdido en el mundo de los 60's. Necesitas algo que revolucione tu alma.- escogió un disco de la sección "Hard Rock."
-Nirvana. ¿Es bueno?- no pudo ocultar su voz nerviosa.
-Compruébalo por ti mismo.- respondió seguido de un guiño, lo que terminó de causarle un colapso nervioso a JJ.
Desde ese entonces Jacob no dejaba de visitar aquel lugar. Ahora no solo iba los sábados. Iba cada día después del colegio. A Samanta no parecía molestarle en absoluto, pues fue ella misma la que le pidió una cita fuera de la rustica tienda de discos. Se fueron haciendo más cercanos con el paso del tiempo. Cenas en la cochera en casa de Samanta, películas en el autocine cada fin de semana, viajes sin rumbo en carretera, hasta el principio de cosas nuevas para Jones; Probar el cigarrillo, las drogas y el alcohol. Pasó de ser el chico tímido y cobarde a ser un tipo frio y rebelde.
Ese callejón oscuro era el punto de reunión desde la primera vez que Jacob se encontró con aquellos chicos submarinos. Sumido en la desesperación por aniquilar sus sentimientos de inutilidad y cobardía, cedió al consumo y a la venta de drogas a cambio de un lugar "digno" en este mundo.
-Disculpa el retraso, hoy hubo entrenamiento inesperado de soccer. Prometo compensarlo.- saludó al encuentro de aquel chico desesperado por su llegada.
-Sabes que no toleramos la impuntualidad. Es el último pedido que vas a entregar. Tenemos un nuevo chico en la banda que se ha comprometido lealmente con su trabajo.- le contestó aquel chico secuaz del líder del grupo, con un paquete envuelto en bolsa de papel en la mano. -tu último pago llegará el Lunes. Adiós JJ.- fueron las últimas palabras del tipo antes de desaparecer por aquel callejón inundado por la profunda oscuridad de la noche.
Trató de no engancharse con lo sucedido y se limitó a dar media vuelta en su vieja bicicleta y a dirigirse hacia el lugar donde dejaría su entrega final. Por un momento tuvo la fría y extraña sensación de que alguien lo seguía. Insólito porque las calles de Costa Royal solían ser poco transitadas y aún más de noche. A pesar de ser un pueblo parcialmente tranquilo, era conocido por misteriosos sucesos que trascendían con el paso del tiempo. Pocas veces su intuición le fallaba, sabía que algo inusual estaba pasando. Había recorrido ese mismo callejón al menos una decena de veces y nada fuera de lo normal había ocurrido. Esta vez su intuición no se equivocó.
Jacob Jones jamás imaginó que llegaría el momento en que todas las vivencias de su relativa corta vida llenarían de pronto su mente. Aunque no tenía una larga lista de experiencias dignas de compartir, estaba seguro que no merecía morir aquella despiadada noche, no así.
Al cabo de dos meses sin dar con el paradero del cuerpo de aquel cándido chico, tras la búsqueda exhaustiva por todos y cada uno de los rincones de aquel pueblucho, al alguacil Alfred Miller no le quedó más que cerrar a parcialidad el caso.
Se había vuelto el incidente más confuso y complejo del pueblo. Completamente inefable e incapaz de resolver, o al menos eso se pensaba.
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En las sombras del crimen
Mystery / ThrillerHas estado alguna vez en un lugar donde pasan cosas inexplicablemente raras?. Este es el caso del alguacil Alfred Miller, quien al estar a cargo de todos los casos de Costa Royal, un viejo pueblo en Alabama. No consigue resolver un misterioso caso d...