Al día siguiente , el alguacil Alfred Miller se despertó con una actitud renovada. Decidió ponerle fin a todas estos misterios sin resolver y volverse capaz de terminar este trabajo que pensó no le iba a superar sin antes haber llegado al trasfondo de todo el suspenso.
-Bien, qué tenemos aquí... solo un par de fotografías más sin evidencia suficiente. Solo bocetos y siluetas vacías.- mencionó en voz alta en su oficina personal en casa, acompañado de su fiel amigo que se encontraba recostado en la alfombra de aquella alumbrada habitación llena de material policiaco.
Minutos después escuchó el timbre de la puerta principal, lo cual sorprendio un poco a Alfred, pues desde que su esposa le había dejado no solía recibir muchas visitas. A excepción del personal del correo, el servicio de limpieza que lo visitaba tres días a la semana y la Sra Benson, su vecina chismosa que le llevaba las noticias de cosas inusuales que se veían de vez en cuando por el vecindario. Ella consideraba que era algo digno de contar a una persona que trabaja para la seguridad del pueblo. Pero esta vez no era ninguna de estas personas quien llamaba a su puerta.
Alfred se asomó por la ventana que estaba en su oficina para ver si podía visualizar algo que le permitiera saber quién esperaba a su encuentro, pero no logró percibir nada. Ni siquiera un auto o algún medio de transporte. Tendría que responder a ese sonido que le había dispersado la inspiración y la luz mental con la que había amanecido aquella mañana de fin de semana. Bruno le siguió los pasos sin abandonar aquella costumbre de protección para la cual fue entrenado.
Al abrir la puerta se encontró con un paquete en el piso de la entrada sin rastro de quien lo había dejado ahí. Ni una huella mojada en el suelo lluvioso. Volteaba para todos lados esperando ver algo o a alguien pero no consiguió nada más que ese paquete envuelto en papel marrón que no ponía al descubierto una bomba o alguna sustancia tóxica. Parecía ser un sobre con algunas fotografías y algo más voluminoso. De vuelta en su oficina abrió extrañado el paquete que solo estaba cerrado con un par de pedazos de cinta transparente, lo cual no le hizo tomarse mucho tiempo al abrirlo. En efecto era un sobre con un rollo fotográfico y un cassette de video antiguo.
-Que extraño. Esto no había sucedido antes.- se mencionó a sí mismo una vez más antes de dirigirse al sótano en busca del aparato que reproducía videos en cassette. Nunca se imaginó que llegaría a serle útil en la resolución de este intrigante caso.
No solía visitar mucho ese lugar lleno de cosas viejas que consideraba basura esencial y acomulable. Además solía traerle vagos recuerdos sobre su esposa y su obsesión por llevar a casa cosas que con el tiempo pasarían a ser olvidadas y empolvadas.
Estando ahí observó por todos los rincones esperando encontrar lo que buscaba sin tener que esforzarse más de lo necesario, por un momento recordó lo buena que era su esposa para encontrar cosas y lo mucho que le causaba gracia que le regañara cuando lo mandaba al sótano precisamente en busca de algún objeto. Apartó ese recuerdo de su mente y volvió en busca de su objetivo.-Ahí estás cosa vieja.- dijo al ver el reproductor de video bajo una pila de libros y enciclopedias llenos de telarañas y polvo de hace ya unos años.
Antes de subir para volver a la oficina observó algo inusual en el piso de ese empañado y sucio lugar. Unas manchas púrpuras y gruesas que cubrían una gran parte del suelo. Era como si hace días hubieran llevado a un animal muerto para triturarlo y su sangre hubiera cubierto aquel espacio. Hace tiempo que Alfred había dejado la caza, ya no le divertía aquella lasciva actividad y empezaba a quitarle el sueño por las noches. Así que no entrelazaba este hecho con aquello. Todo comenzaba a parecerle extraño, desde aquel incidente en su cocina que también le ponía los pelos de punta al pensar que alguien había entrado a su casa sin siquiera percatarse de ello.
Trató de no engancharse demasiado con aquella situación, pensó que ya habría suficiente tiempo para indagar en ello, así que por fin subió y puso a funcionar el aparato para poder ver qué había en ese cassette que había aparecido mágicamente en la puerta de su casa. Como si no tuviera ya suficientes motivos para pensar en lo siniestro que todo en el pueblo se estaba volviendo.-Bien, veamos qué es... trae palomitas Bruno.- dijo antes de encender el video.
Por suerte el aparato aún tenía las fuerzas para poner en marcha su función natural. Luego de unos minutos apareció en la pantalla una imagen en la que aparecía un joven suplicando por su vida. El suceso parecía llevarse a cabo en un bosque o en algún lugar lejos del pueblo, las imagenes no eran muy claras pues parecía adueñarse la profunda oscuridad de la noche.
-Dejame ir, porfavor. Yo nunca pedí esto.- suplicaba el joven atado a una silla vieja de madera con el rostro bajo y las lágrimas llenando sus mejillas.
-Te dejaré ir si me dices quién te contrató para llevar lo que me pertenece.- contestó detrás de la cámara de video una voz evidentemente manipulada por un distorcionador.
-Ya te lo dije. Yo solo era un mensajero y esa era mi última entrega, jamás iba a voler con esas personas... dejame ir porfavor.- seguía suplicando el muchacho ya sin fuerzas para tratar de escapar.
-No lo haré. Sabes porqué?. porque te metiste donde y con quien no debías. Si hubieras sido más listo, no estarías aquí a punto de desaparecer del mundo, de este mundo.- dijo la voz distorcionada. -Despídete muchacho.- fue lo último que pronuncio aquella voz y entonces se detuvo el video.
Alfred se quedó perplejo después de lo que había visto. Sin lugar a dudas alguien que tenía que ver con el homicidio puso el paquete fuera de su casa con el propósito de atar más cabos y complicar el caso por completo. Aunque siempre se rehusaba a involucrarse emocionalmente con los casos, no pudo contener la tristeza que le causaba la terrible muerte de aquel ingenuo chico. Jacob Jones jamás se imaginó que su vida terminaría de esa manera. Seguramente al pensar que existía la posibilidad de salir ileso de aquel cruel e incierto momento, volvería a su casa siendo totalmente otra persona. Amaría aún más a su familia y nunca volvería a pensar en soluciones como esas para su inestabilidad emocional que solo correspondía a formar parte de su crecimiento como persona, como humano. Pero entonces ya era muy tarde.
-Carajos. Y ahora qué?-
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En las sombras del crimen
Mysterie / ThrillerHas estado alguna vez en un lugar donde pasan cosas inexplicablemente raras?. Este es el caso del alguacil Alfred Miller, quien al estar a cargo de todos los casos de Costa Royal, un viejo pueblo en Alabama. No consigue resolver un misterioso caso d...