Capitulo 4

190 31 4
                                    

"¿Qué hay de esto? ¿Le gustaría esto?"

"No lo sé, Joaquín. ¿Puede leer?"

"Sinceramente, no lo sé", dice Joaquín, mirando un libro con un gran pato pegado en él. Estaban en una librería, terminando algunas compras navideñas y Joaquín estaba luchando por encontrar algo para su hermana pequeña.

"¿Cuántos años tiene? ¿Seis? Podría pasar como un nuevo cuento antes de dormir o ella puede usarlo para aprender", dijo Emilio. Joaquín lo mira por un momento más y lo vuelve a colocar, haciendo que Emilio gimiera muy fuerte.

"¡Lo siento! No sé qué regalarle", dijo. Joaquín no podía culpar a Emilio por estar frustrado, ya rechazó numerosas muñecas, camiones y juguetes para ella y solo ha pasado una hora.

"Mira-" Emilio agarra un pequeño peluche de tiburón en sus manos. "Me dijiste que le gustan los animales del océano, ¿verdad? Boom. Un animal de peluche. Los niños se vuelven locos por estás cosas." Joaquín observa a su amigo tomar un sorbo de su bebida con las cejas arqueadas.

Maldita sea, es el regaló perfecto para Mary.

"Supongo-" Joaquín comienza a decir, pero su teléfono comienza a sonar, lo que le hace ganar miradas de gente que se encuentran leyendo en las sillas a unos metros de distancia. Él responde y se escucha la voz suplicante de su madre.

"¡Oh! Joaquín, por favor vuelve a casa pronto, por favor. Los gemelos no pueden decorar las galletas sin ensuciar y quieren que los lleve afuera", Emilio se inclina hacia Joaquín para escuchar mejor la llamada telefónica y algo en él se agita.

"Sí, estamos en camino", responde Joaquín, ya caminando hacia la caja registradora. "¿Qué vas a hacer entonces con las galletas?"

Su mamá suspira. "¿Emilio y tú quieren acabar con las galletas? Tu padre todavía no está en casa para ayudar, así que voy a llevar a los gemelos calle arriba a casa de la señorita Dean." La Sra. Dean era su vecina que también tenía niños salvajes y cuando las cosas se volvían locas, su madre se retiraba a su casa para que los niños jugaran.

"Uh, ¿seguro? Supongo que podríamos."

"¡Genial! Gracias." Su madre cuelga antes de que Joaquín pueda cambiar algún plan sobre ella y los chicos se quedan mirando la pantalla negra.

"¿Estás interesado en decorar galletas?" Joaquín le pregunta a su amigo. Emilio se encoge de hombros y asiente, ¿qué más se suponía que tenía que decir? ¿No? Se vieron obligados a acabar con las comprás antes de que llegará el resto de la familia de Joaquín.

La presión entre ellos se había aliviado un poco cuando Emilio volvió a hablar con él esa mañana con una tostada y una suave sonrisa. Fue un intento extraño de arreglar las cosas sin decir realmente lo que sucedió, pero Joaquín lo felicitó por detener el trató frío de todos modos. Todo lo que importaba era que Emilio había vuelto a ser él mismo y que Joaquín había terminado las compras navideñas, y los dos volvían a ser los amigos que eran.

Cuando finalmente entraron en la cocina, parecía que se había hecho estallar una bomba de harina y que alguien había arrojado glaseado por todo el mostrador. Joaquín pasa el dedo por el mostrador de la isla y se lo muestra a Emilio.

"¿Aspiraron los gemelos crack o harina?" Bromea y Emilio se ríe, mirando las galletas desnudas.

"¿A juzgar por la forma en que tu mamá sonó en el teléfono? Probablemente crack."

Fue el turno de Joaquín de reír y los dos empezaron a apilar todas las cosas que necesitaban: más glaseado, chispas, chispas de chocolate, malvaviscos, cualquier cosa azucarada. Y empezó bien. Normal. Solo ellos dos, concentrándose en dibujar ángeles y árboles y hacerlos lo más presentables posible. Pero todo eso cambió cuando Emilio atacó.

Persiguiendo Copos De Nieve // EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora