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Al amanecer siguiente, lo primero que hizo Arno fue ir a ver a Napoleon. Llegó a su habitación y abrió la puerta. -Bonjour chéri!- Exclamó alegre con una sonrisa. Pero no obtuvo ninguna respuesta de parte del comandante, todo lo contrario, el silencio inundaba la habitación. El de pelo largo suspiro. -¿Cuanto tiempo más vas a estar así conmigo? ¡Entiende que lo hago por ti!- Dijo serio.

Napoleon lo miró a los ojos con clara ira. -Me...¡Secuestraste! ¡Imbécil!- Intentaba con todas sus fuerzas a no lanzarle un golpe.

-No fui yo el que engaño al otro- Se defendió Arno cruzándose de brazos y mirando seriamente al contrario.

-Y no fui yo el que se lo tomó tan enserio cuando era más que claro que era un juego de niños pequeños. ¡Supéralo!- Está vez se levantó de golpe pero no paso un minuto para que se encontrará contra la pared y una mano en el cuello de parte del asesino.

Arno lo miraba con molestia directamente a los ojos. -¿Acaso no te enseñaron a no jugar con los sentimientos de alguien? Eres un infeliz. Tu lo iniciaste todo, y yo terminare con tu trabajo. ¡Quieras o no!- Se dirigió hacía la salida soltando a Napoleon.

-Eres un enfermo mental.- Murmuró el comandante sobando su cuello.

El asesino se detuvo en la puerta pero sin voltear a ver a Napoleon le contestó. -Tal vez tengas razon. Pero por tu culpa.- Y salió sin nada más que decir cerrando la puerta detrás suyo. Minutos después regreso con un plato conteniendo un pan y un baso con agua. Lo dejo en el suelo y se fue volviendo a cerrar la puerta.

Dorian notó que debía ir a comprar alimentos, no tenía mucho. Dudaba en si le habrían visto el rostro, si fuese así, mejor ir armado. No iba a probar su suerte, así que por lo menos se armaría de sus dos hojas ocultas.

-Saldré, ya vuelvo. No intentes nada. -Advirtió al comandante, le puso llave a la puerta y salió sin su traje a las calles de Paris. Era un día nublado a decir verdad, como siempre las calles sucias.

No tardó en llegar a la plaza, debía disimular para que no lo atraparan. Compró lo necesario y ya listo, empezó con su camino de vuelta a casa.

Para cortar el camino uso un atajo en un callejón un tanto estrecho y oscuro. Las ratas caminaban por ahi. Estaba metido en sus pensamientos hasta que sintió como alguien se ponía  atrás suyo y sin dejarle tiempo para reaccionar. Lo empujó provocando a que se cayera contra el suelo. Deberá más tarde volver a comprar lo que se perdió.

-¿Pero qué...- Se levantó furioso y al voltear se llevó una gran sorpresa. -¿Bellec?- El mencionado lucía molesto. - ¿¡Qué crées que haces!?- Se le acercó furioso pero fue apartado con una mano.

-¿¡Tú que crées que haces?! ¿¡Matar sin la orden de los maestros!? ¿¡Matar por matar!?- Exclamó molesto Pierre Bellec, al haber visto la escena de anoche.

-No entenderías. ¡¡Lo hice por una buena causa!!- 

-¡Dime cuál! ¡¿Secuestrar a nuestro aliado y romper la alianza que tenemos con él y sus soldado?! ¿Oh por algo tan simple y falso como el amor?- Se acercó amenazante. -No te permitiré que arruines nuestra alianza. Debo informarle al consejo.- Volteo y empezó a correr.

- No, no lo haras.- Murmuró y con toda la velocidad posible lo alcanzó tumbándolo.

Lo volteo y de una le agarró el cuello con ambas manos, ahorcándolo con fuerza. -¿Qué...ha...ces?- Soltó un gruñido, intento zafarse del agarre de Arno. Pero no fue capaz, Dorian no se rendía. En verdad pretendía matarlo.

-No dejaré que me delates. No permitiré que arruines todo el esfuerzo que he echo para estar tan cerca de conseguir el amor del comandante. Mi comandante. - Dijo recalcando el "Mi". Apretó más el agarré y hacía que la parte trasera de la cabeza de Bellec golpeara contra el suelo.

Poco a poco el cuerpo dejaba de moverse, la respiración cesaba y la mirada se perdía. Logró su cometido.

Para estar más seguro de que haya estado muerto. Se levantó la manga de su camisa, se alejo un poco y activo su hoja oculta. Matándolo de una.

Ya listo, buscó un trapo y limpio la hoja para borrar todo rastro de sangre. No por los soldados, sino por Napoleon. Le quiere demostrar que no es un enfermo mental y que puede ser algien totalmente amable.

Pero por ahora había otro problema.

Deberá volver a comprar los alimentos.

Me perteneces [Napolarno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora