A la mañana siguiente Napoleon despertó adolorido. Al notar que se encontraba en la misma cama de la otra vez se calmó ya que sabía que podría salir por la ventana. Pero no se esperaba ver las ventanas cubiertas con planchas de madera.
Incluso le sorprendió ver la habitación tan oscura y vacía- Merde- Maldijo en voz baja. Intento salir por la puerta pero tenía llave desde afuera. Se empezó a alterar, la muñeca de la puerta se empezó a mover. El comandante se preparaba para lanzarse contra el que este atrás y salir volando de este maldito apartamento.
La puerta se abrió y así lo hizo. Sólo que no se esperaba que unos brazos lo rodearan con fuerza. - Vaya mon amour ¿Así de tanto me extrañabas?- Esa maldita voz que suena en sus peores pesadillas. Intento zafarse del abrazo de Dorian, pero todo esfuerzo fue dado en vano. -Quieto beauté. No queras que las cosas se pongan feas.- Su tonó se volvió amenazante.
Arno lo empujo hacía adentro de la habitación.
-¿Que quieres maldito enfermo?- Preguntó con claro odio el comandante. El asesino le agarró el mentón con cierta fuerza e hizo que se miraran a los ojos.
- Me engañaste- Lo apartó bruscamente hacía atrás. - Rompiste tu promesa. Eso me dolió... sólo un poco. Pero ahora me voy a asegurar de que cumplas tu promesa. Haré que tu preciada Josephine se podrá en el infierno. ¡Cueste! ¡Lo que cueste!- Napoleon empezaba a temer, retrocedió pero hizo un paso en falso y se calló de espaldas. Arno se puso de cuclillas y lo miró con una sonrisa leve. - Ámame. Ámame tanto como yo te amo a ti, mon géneral. Te aseguró que soy el indicado para ti. Conmigo nunca, jamás, te faltará algo. Sólo acéptame, déjame adueñarme de tu corazón-
El comandante lo miraba fijamente a los ojos con odio. - Jamais- Arno hizo una mueca de decepción.
- Bueno, entiendo. Entonces de quedarás aquí sin comer, te dejaré para que lo pienses mejor.- Se levantó y salió de la habitación cerrado de un puertas la puerta. Se escuchó como le ponía seguro.
Para Napoleon le sería complicado escapar de las garras de un maniático.
Mientras tanto Arno estaba haciendo de comer, no sólo para él, sino también para Napoleon. No puede resistir las ganas de verlo bien alimentado y seguro. Hasta parece madre preocupada. Al parecer es lo que el amor lo hace provocar.
En su mente pensaba en un plan de como ir por la cabeza de esa tal Josephine. Iba a ser difícil. Pero no imposible, no para él.
Se cambio de ropa a uno más elegante, quería verse bien para Napoleon.
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Me perteneces [Napolarno]
FanfictionEn este libro Arno sera el activo, si señores, lo logró. Será sangriento, con vocabulario inapropiado, demasiado yander y habran escenas obscenas. Estan advertidos.