LIBERTAD

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Nam estaba sentado en la sala de espera de la morgue, con la cara escondida entre las manos mientras las lágrimas inundaban sus mejillas; ¿cómo demonios había pasado aquello? ¿Cuándo había olvidado lo mucho que amaba a Jin? Maldición, había olvidado que él era lo más importante de su vida, que era su tesoro.



Jin desayunaba solo, como siempre, pues Nam nunca había llegado a dormir; su rostro estaba serio, pues los ojos le pesaban y se sentían hinchados por haber llorado toda la noche. ¿Cómo demonios soportaba llamar a su esposo y escuchar que del otro lado le atenía una mujer, o un hombre, el amante en turno de quien él había elegido para estar toda su vida? No lo sabía, cuando YoonGi le preguntaba por eso, él no sabía qué responderle.

Amaba a Nam, lo amaba a pesar de saber que esa relación era lo más tóxico que cualquier persona pudiera ver en este mundo, lo amaba a pesar de ser engañado casi todos los días, una y otra vez.

La primera vez que lo engañó, un año después de casarse, claro que lo encrespó, claro que reclamó el respeto que se merecía como esposo, mas sin embargo, lo único que recibió de parte de Nam fue un golpe, y la frase más sombría que él jamás le había dicho "cállate, es tu culpa por no satisfacerme".

Aquella frase lo dejó sin dormir tres días, pensando en lo que había pasado; y entonces fue que lo pensó ¿y si de verdad era su culpa? Entonces no le dijo nada por no haber vuelto durante tres días, no le dijo nada sino que le cocinó algo rápido, pues se veía cansado y con hambre; jamás debió hacer aquello, pues luego de eso, le siguieron más infidelidades, tantas que su corazón ya no pudo romperse más.

Escuchó la puerta abrirse, pero no se levantó; antes, a pesar de que cuando lo abrazara sintiera el perfume de otra persona en su ropa, lo abrazaba de todas formas, sonriendo como siempre, aunque fuera apartado por Nam. Pero ahora estaba cansado, estaba harto de esa situación, harto de llorar todas las noches, harto de extrañar al viejo Nam, al que lo había enamorado, al que no tenía ojos que no fueran para él.

-Volví- dijo Nam entrando mientras dejaba su portafolios y el saco en el sofá de la sala

-Mmm- Jin ni siquiera lo miró, pegó los ojos al vidrio de la ventana y suspiró mientras pensaba en qué hacer con su miserable y triste vida

-¿Cocinaste el desayuno?- preguntó el peli plata sintiendo la frialdad en la voz de su esposo, que a pesar de tantas cosas jamás le había hablado de esa forma

-Sí- dijo levantándose de su silla y lavando las cosas en el lavadero- sírvete, voy tarde al trabajo

Aquello indignó a NamJoon, ya que su esposo ni siquiera se dignaba en servirle una comida como la gente, como era su deber; tenía que agradecer que aun estaba con él, aunque no lo quería como antes, tenía que estar feliz a su lado y servirle, como siempre. Vio con molestia como Jin se iba a la habitación del departamento para cambiarse y se acercó a la hornilla abriéndola, para prender el fuego, pero antes de hacerlo, la furia caló sus huesos y tiró el plato de vidrio al suelo, estrellándolo completamente.

Entró en la habitación en la que estaba Jin, realmente furioso.

-¿Qué demonios crees que haces?- preguntó acercándose a él y dándole un empujón contra el espejo de cuerpo completo frente al que Jin se acomodaba la ropa- ¿quién te crees que eres? ¿Ni siquiera cumplirás tu rol de esposo y me servirás la comida?

-Eres perfectamente capaz de servirte por ti mismo- dijo Jin, sintiendo el dolor en su espalda, suspirando por que sabía que aquello le formaría un hematoma

-Ven a servirme ahora mismo- la mandíbula de Nam salía cuando se enfadaba, sin embargo, en esa ocación parecía que iba a salir caminado de su cara

MI FANTASMA- NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora