01: Peleando con un supuesto muerto; llega el Campeón del Este

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La policía había llegado e intentado detener al responsable del pánico colectivo. Pero, en su lugar las autoridades junto a los habitantes fueron incapacitados y petrificados por una combinación abominable de polen de perforavida y toxinas de neurotox. Una nube cristalizada de color verdoso llenó la calle principal y a medida que avanzaba se devoraba a todo ser viviente y lo dejaba petrificado hasta la sangre.

Una silueta observaba desde lo alto de uno de los edificios. Lo distintivo de este es que traía una gran mueca sonriente. El silencio era penetrante, así que cuando Eli llegó no se tomó la molestia de ser cauteloso.

Frente a frente, Eli veía la máscara que se reía de él.

- qué es lo que pretendes. -demandó Eli.

- oh mí, ¿No vas a saludarme y preguntar cómo estoy? -interrogó La Desgracia Amena.

El rostro de Eli se amargó.

La persona tenía el descaro de hablarle de esa manera, aunque, ¿Qué podría esperar? ¿Que esa criatura le hablara con temor o le pidiera misericordia?

- has crecido mucho.

Eli no necesitaba pensarlo dos veces para entender a lo que pretendía su oponente. Tomó su arma y disparó contra su oponente una bengala tan enfurecida como lo estaba el lanzador, la babosa hizo el mayor esfuerzo por abrir sus alas de fuego e ir directamente a la criatura a rostizarle vivo.

La Desgracia Amena se apartó y corrió alejándose mientras iba de techo en techo. Eli no dudó ni un segundo y con la cara colorada de furia fue tras él. Mientras iba tras la criatura, su corazón latió con más fuerza una ardiente impotente recorrió sus venas.

Incluso si en el último encuentro Eli perdió, entrenó y aprendió nuevas técnicas en la última década, esta vez no podría permitirse perder contra aquella criatura tan vil.

Tanta era su obsesión por seguirle, que no notó cuando La Desgracia Amena dejó caer un charco de viscosidad en su camino. Eli llegó a tal punto y resbaló, no perdió el equilibrio, pero La Desgracia Amena le ayudó a caer al lanzarse sobre él.

En plena caída libre, La Desgracia Amena tomó el rostro de Eli con ambas manos, la nariz de la máscara tocó la suave nariz del lanzador desconcertado.

- hablemos.

La frescura de la caverna fue en aumento en el instante en que Eli creyó que iba a romperse la espalda contra el suelo. Casi instantáneamente reaccionó y apartándose del otro en el aire le apartó inhalando el nuevo aire gélido.

Eli casi aterrisaba de pie, pero terminó por caer boca abajo por el fuerte impacto contra la nueva superficie. Prontamente, se enteró de que, había aterrizado en una de las diez cavernas que habían muerto hace tanto tiempo.

La Caverna Congelada.

El hielo y chispas eran grisáceas y hasta oscuras. La poca vegetación que hacía juego con el entorno ya no existían, al igual que los ogros de hielo y las slirenas que alguna vez habitaron. Un lugar deprimente y frío aunque sin llegar a calar los huesos.

- sabía que esta era la única manera en que podrías hacerme caso. -declaró La Desgracia Amena. Sus pasos eran cercanos a Eli más mantenían cierta distancia, él señaló a su alrededor- ¿Aún existen las slirenas?

- ¿¡Quien te crees para hablar de esa manera!? ¿¡Con qué derecho?!

La rabia hervía su sangre e incluso le llegaba a la cabeza, algunas venas brotaron en sus brazos y sienes. Se levantó, dispuesto a lanzarse y atacar a La Desgracia Amena. Mas, mantuvo su quietud por sentido común.

Un Pensamiento De Todas Las Vidas || BajoterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora