Estoy sentada en el sofá de mi casa, veo una película o una serie. En la mesita delante de mí hay varias bolsas de snacks, papas fritas, nachos, chocolates y sodas. Al parecer estoy con alguien, pero no recuerdo quién es. Mamá y papá no se encuentran.
Es de noche. Lo sé al mirar por las ventanas. La sala está a oscuras, sólo la luz de las imágenes proyectadas por la televisión alumbran la penumbra.
Escucho unos pasos en el piso de arriba y decido ir a las escaleras. Una vez arriba, mis fosas nasales se inundan de un olor a quemado y ceniza. Humo provenía de una de las habitaciones y salía en grandes cantidades. De pronto, comienzo a recordar y sé quien estaba allí abajo conmigo. Un mal presentimiento y un sentimiento de asfixia comienzan a recorrer todo mi cuerpo.
Él está ahí, está atrapado y debo sacarlo. Ya no parece importante el pensar cómo sucedió lo que está pasando, o qué lo ocasionó, sólo que él se encontraba del otro lado y la puerta me impedía verlo, salvarlo. No podía perderlo, no puedo.
Comienzo a alarmarme y procedo a abrir la puerta, pero se halla cerrada, tal vez atascada. Busco unas llaves o algo que sirviese de ayuda para abrirla, pero nada encuentro que sea útil.
Escucho el estruendo de algo caer: vidrio, cristal; podría ser una lámpara o una ventana, pero, es inútil tratar de averiguarlo si no logro apagar las llamas. Tras el pasar de unos minutos, el fuego se ha propagado fuera de la habitación y yace dispuesto a encenderlo todo en el pasillo.
Corro, sólo se me ocurre correr escaleras abajo, sin esperarlo, tropiezo con uno de mis pies y caigo en lo que queda de recorrido hasta llegar a la sala. Trato de levantarme, pero, me golpeé la cabeza al caer y ahora sólo me encuentro mareada; mi rodilla duele y creo que me doblé el tobillo.
Toda la casa se encuentra a oscuras, más el televisor aún sigue encendido. Miro hacia la cocina y la ventana de ella se encuentra abierta, quiero moverme, pero el dolor es como mil infiernos. Como puedo me arrastro hasta la puerta de la entrada, pero he exhalado tanto humo que comienzo a perder el conocimiento y ya sólo veo todo negro.
Siento que mi cuerpo es llevado a algún lugar y yo no puedo reaccionar, me estoy desesperando. Yo sólo quiero buscarlo, no puedo dejarlo...
— ¡No! —grito cuando logro despertarme. Respiro pesadamente y me siento en la cama, mi cabeza da vueltas. Comienzo a mirar todo en cuanto está a mí alrededor: mi habitación, la hora en el reloj, el armario, libros.
«Necesito un momento, sólo debo buscar la paz, volver a la realidad. Sólo es un sueño más...»
Miro la fecha y el día, por eso decido pensar en otra cosa. Hoy es sábado, no tengo que ir a la escuela.
En los últimos días, por alguna extraña razón, fui cambiada de clases, también cambiaron mis horarios, así que ahora veo unas materias un tanto «diferentes». Por lo que llegué a entender, existen dos tipos de clasificaciones en las que se dividen los estudiantes: excelentes y avanzados. Por supuesto que no hay estudiantes intermedios, sólo hay buenos y superdotados. En esa escuela sólo existe la excelencia, y ahora según las pocas notas que obtuve los tres primeros días, decidieron que pertenecía al grupo de los estudiantes avanzados.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de Pólux: Los Volhum©
FantasíaUna inesperada tragedia transformó la vida de Micalia Bodelere, a la vez que se llevó una vida importante. Tras un repentino cambio, se ve obligada a vivir y pisar un territorio desconocido: Weensaslate, uno de los cuatro reinos pertenecientes al...