Parte 4

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 Cuando Severus Snape ingresó al comedor, las mesas de las respectivas casas estaban completas, paseó su mirada por la de Griffindor hasta encontrar unos ojos verdes que le habían visto llegar y le observaban con cierta ansiedad, algo indecible transmitían ambas miradas. El joven Griffindor simplemente sonrió de manera casi tímida, en cambio el moreno profesor mantuvo su rostro sereno, sin mostrar una pizca de emoción mientras se acomodaba en su lugar, no se permitiría que alguien pudiera notar que algo especial sucedía en aquel salón y en especial entre su alumno y él. Sin embargo, la sonrisa de Harry no pasó por alto a las miradas atentas de sus amigos y el profesor de DCAO.

- ¿A quién le sonríes, Harry? – preguntó con curiosidad Hermione.

- Es solo que veo que el profesor Lupin está mejor- mintió.

- Es verdad – comentó Ron para luego llenarse la boca de comida.

Si bien, Severus Snape no le había devuelto la sonrisa, sabía que le había mirado y esa razón era más que suficiente para estar contento.

- ¡Qué bien!... una clase menos con Snape, menos posibilidades de que nos quiten puntos por abrir tu bocota – comentó el pelirrojo amigo de Harry, quien aún no terminaba de tragar lo que tenía en la boca.

- Eres un gran amigo, Ron – dijo divertido Harry, ningún comentario podría arruinar la exquisita sensación que tenía.

- A propósito de Snape... ¿Qué tal tu clase? – preguntó con inocencia Hermione – no nos has contado.

- Bien, tuve que hacer la misma poción que hicimos en clase – contesto tratando de no manifestar ninguna emoción.

- ¿La hiciste bien? – Harry respondió afirmando con la cabeza – pero ¿Snape, habrá sido distinto a como es en clases?

- No mucho, me dejo solo trabajando, creo que eso me ayudo – fue su respuesta.

El resto de la cena la hicieron en silencio, Harry no quería hablar, de vez en cuando miraba hacia la mesa de los profesores y cuando era sorprendido por su maestro de pociones, simplemente bajaba la cabeza a su plato.

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Al día siguiente tenían clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, clase donde algunos alumnos se enfrentaron a un Boggart. Cuando fue el turno de Harry, Lupin se interpuso entre la extraña criatura y el muchacho, luego de eso la clase fue finalizada sin mayor explicación. El muchacho quedo impresionado y temeroso. A eso debía agregar que su amigo Ron había leído en las borras de té presagios poco alentadores. Durante el almuerzo estaba sumido en sus pensamientos mientras era observado con preocupación por un profesor moreno y con cara de pocos amigos. El resto del día no mejoro su ánimo, ni siquiera la idea de presentarse ante Snape aquella tarde.

Cuando tocó a la puerta del despacho de su profesor, lo hizo sin mucho ánimo, la puerta se abrió, el hombre que estaba parado allí le hizo pasar con un gesto, notando que apenas le había mirado.

-¿Le sucede algo, Potter? – pregunto para aliviar la preocupación que sentía.

- Nada, profesor, ha sido un día agotador

- Espero que se concentre porque hoy preparara una poción matalobos- Harry abrió los ojos asombrado de lo que había escuchado – es un poco complicada, pero confío que lo hará bien. Tome – le paso un libro voluminoso – los ingredientes están en la pagina 392 y, en esta ocasión, deberá buscarlos de entre los ingredientes que están en aquel estante – señalando un mueble más alto que el resto lleno de frasco y cajas de diferentes tamaños – puede empezar – le indico y esta vez se quedo sentado en su escritorio, observando al muchacho. La sola presencia del maestro puso nervioso a Harry, y temía arruinar las cosas luego de haber avanzado un poco en agradarle a Snape. – Lo noto un poco desanimado, Potter, ¿hay algo extraordinario que le haya sucedido en el día de hoy? – así como su estudiante se había preocupado cuando se sentía triste, quería devolverle un poco de aquel sensible gesto.

La tristeza de SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora