Parte 1

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Las clases en Hogwarts se habían iniciado con la presencia de los Dementores sobre el castillo, en busca del prófugo Sirius Black. Harry había tenido un traumático encuentro con uno de los dementores, la intervención del Profesor Lupin, que estaba en el mismo vagón, le libró de aquella horrible y oscura criatura. Si bien la escuela de magia era lo más cercano a lo que él podía denominar como hogar, sabía que viviría nuevas aventuras en las que sería el protagonista principal y correría toda clase de peligros, Hogwarts era una especie de caja de pandora para su vida.

Aunque no había nada de distinto en las clases de Pociones a cargo del Profesor Severus Snape, quien no perdía oportunidad de criticarlo, burlarse o humillarlo en presencia de sus compañeros de clases. Se había acostumbrado en cierta medida a su trato, no podía evitar detestarlo pues suponía que aquel hombre también lo detestaba. Sin embargo, algo había distinto en Snape. Mantenía aquel gesto de estricta severidad, pero en repetidas ocasiones durante la tercera clase que tenía con él ese año, había notado tristeza en aquellos ojos seguros y siniestros, como si la sombra de algún recuerdo le afectara.

- ¡Ron!- le susurro Harry – ¿No te parece que Snape se ve triste hoy?- le susurro cuando el pelirrojo le hubo mirado.

- Puede ser que no le has dado motivos para quitarnos puntos – bromeó Ron - ¿importa si está triste? – la mirada del profesor se había posado sobre Harry y se disponía a descargar su ira sobre aquel par, cuando al acercarse alcanzó a oír - ¿De verdad crees que Snape se pueda sentir triste o feliz por algo?

- Supongo, pero sí lo está ¿cuál es la causa?

- Y supongo que ahora te importa lo que siente, eres un tonto Harry, lo único que te ha demostrado es que te detesta y al parecer a todo el mundo – Ron y Harry vieron como una sombra se erguía ante ellos.

-Potter, aún no ha terminado su poción – interrumpió el Profesor- y Weasley la suya se está evaporando peligrosamente; por el descuido de ambos 50 puntos menos a Griffindor – giro sobre sus talones y se dirigió a su escritorio pensando "Debería castigar mis propios descuidos, o tal vez este sea mi castigo, sin duda, estoy pagando mi error"

Al salir de la clase de Pociones, Harry sentía que aquel hombre, a pesar de su calidad de mortífago, podía experimentar sentimientos aunque sin duda se cuidaba de no demostrarlos. Aunque era más curioso que solo él se diera cuenta, solo a él le preocupara. Hizo un movimiento con su cabeza como queriendo quitarse algo molesto de encima.

- Oye, Harry – era Neville quien con mano temblorosa le extendió una nota – toma me pidió Snape que te la diera – intrigado Harry lo recibió

-Gracias, Neville – leyó para sí.

"Potter, preséntese en mi despacho a penas reciba este mensaje. Profesor Severus Snape"

-Ahora Snape te escribe- dijo Ron con tono burlón - ¿Qué quiere?

- No lo sé, pero debo irme – se puso en camino hacia las mazmorras, una vez que estuvo frente a la puerta de Snape la golpeó, sabiendo que la experiencia no sería placentera. Al abrirse, la figura de aquel hombre apareció ante él. –Usted me mandó a buscar, señor – al verlo allí con su mirada penetrante y seria tuvo miedo de que le hubieran tendido una broma.

-Entra – el muchacho entró y el hombre cerró la puerta.

-¿Para qué me necesita, profesor? – preguntó mientras Snape iba a sentarse tras su escritorio.

-Quisiera que me contara lo que estaba hablando con su amigo durante mi clase, que parecía ser más importante que trabajar en la elaboración de su poción – Harry prefería que Snape lo castigará, como podría decirle que hablaban de él, trataba de pensar en alguna explicación sensata.

La tristeza de SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora