" Capítulo 4 "

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Sam había dejado toda su ropa, el jardinero de tirantes y la camisa de trabajo. Al frente suyo, unos pantalones de tirantes y una limpia camisa, que Frodo le había prestado.

Sintió un pequeño golpe en la puerta.

- Avísame cuando te hayas cambiado -

- Si. Seguro - 

Agarro el paño mojado que el ojiazul también le había dejado, lo paso por sus manos, por sus rodillas y un poco por su cara. Dejándolas limpias.

Cuando llego el momento de ponerse la camisa, Sam no pudo evitar agarrarla del cuello y esconder sus castaños rizos allí. Cerro los ojos, husmeando en el aroma, respirando profundamente y largando largos suspiros. Fue hasta que recordó qué lo había llevado hasta esa situación, que pudo ponerse los botones rápidamente. Doblar la otra ropa y salir del baño.

- Si quieres puedes meter la ropa de trabajo en el carrito, la que tienes me la puedes devolver después - le decía Frodo desde la cocina.

- Okey -

La cena había sido bastante agradable, Frodo se había ofrecido a contarle algunas de las aventuras de su tío. Sam, por su parte, adoraba las historias, el hobbit de pelo negro era bastante bueno contándolas. Eso era algo que Bilbo le había enseñado, una habilidad muy genial, según Sam. Que aunque escuchaba lo que le contaba, no podía dejar de mirar los azules y profundos ojos del cuentacuentos.

Mira con delicadeza, los rizos, la forma de su nariz, las putiagudas orejas, los gestos que hacía con las manos, que por momentos, le sacaban unas pequeñas sonrisas.

- ¿ Qué ? - Frodo paro de contar para pasar a mirarlo.

- ¿ Qué de que ? -

- ¿ Me estás escuchando ? -

- Obvio -

- ¿ En qué me quedé ? - dijo rascando su cabeza.

- La parte en la que el dragón despierta - le contestó, sus manos atrapaban su cabeza, prestando mucha atención.

-  Ah sí cierto - lo que siguió de la historia, Frodo contaba alegre, admirando la tiernas reacciones de su amigo.










" La más preciada de todas "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora