NOCTURNO en SI BEMOL MENOR OP. 9 no 1

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Los personajes empleados en este escrito pertenecen a J. K. Rowling


El revuelo característico de su capa fue lo primero que llamo la atención del joven al final del pasillo del nivel 5 del Ministerio, hacía años que no estaba frente al hombre, desde el momento en que se graduó de Hogwarts, a decir verdad. No estuvo durante la guerra, sus padres, sus hermanos y él, migraron a Francia antes de que la locura estallara. Les agradecía profundamente ese hecho a sus padres, había conocido a tanta gente torturada por los recuerdos de esa guerra. Compañeros de clases que ahora solo eran sombras de lo que fueron. Familias rotas. Y luego estaba su antiguo Jefe de Casa, alto, osco e impertérrito. No parecía humano. Con todo lo que todos sabían de su vida, no entendía como el hombre podía verse tan ¿normal? No ese no era un término que se le pudiera aplicar a él, más bien, tan Snape. Eso era, se veía como él, como el temido profesor de pociones. El mundo había caído y se había levantado a su alrededor y él seguía siendo inmutablemente él.

-Señor Thorne - ahí estaba ese siseo característico, hablaba como si algo siempre fuera mal con el mundo para él. La luz se hizo en su mente, eso era. Había descifrado el secreto de su profesor para estar inalterable después de aquella tan horrible guerra. Su mundo siempre estuvo mal, antes de la guerra, durante ella y ahora, cuando sobre su espalda se asentaba el peso de la seguridad del mundo mágico, su propio mundo seguía estando mal.

-Bienvenido, Jefe de Aurores. Es un gusto recibirlo este día Maestro Snape. - el mago joven tenía un cabello rubio cenizo engominado hacia atrás y una pequeña nariz respingada que combinaba perfectamente con su boca roja de quinceañera, Snape sintió automáticamente desprecio por el chico. Jamás le gustaron las caras bonitas, había descubierto a las malas que siempre ocultaban rostros horribles.

-Al punto Thorne – ah, y ahí estaba el motivo por el que el alto e imponente mago jamás iba al piso 5, al Departamento de Cooperación Mágica Internacional, se necesitaba tacto y diplomacia para todo cuanto se hacía ahí y este mago era la antítesis de esos términos.

-Claro Maestro Snape, por favor sígame – dijo con una sonrisa mientras señalaba el camino a través del pasillo de piso de mármol y paredes blancas, el sitio le casi le provocaba arcadas a Snape, todo era tan blanco y dorado, tan opulento e inútil. No pudo contener una mueca de desprecio cuando el joven se giró y empezó a caminar.

-Espero que no hallamos interrumpido su ocupada agenda con el pedido de su presencia Maestro Snape, pero pensé, - se aclaró la garganta – pensamos, que tendría algún interés en lo que le voy a mostrar.

Abrió una puerta de vidrio que daba a un amplio salón de paredes sobre adornadas en arabescos dorados, sobre un piso de mármol blanco se alzaban docenas de caballetes de madera, cada uno con un banco alto en frente, imaginó que aquí el Ministerio presumía sus bienes, había unos amplios ventanales que dejaban entrar la luz a raudales. Se sentía completamente fuera de tono, su larga capa negra, su apretada levita negra, los guantes negros que ahora llevaba todo el tiempo y su largo cabello negro, la única chispa de color sobre él, o más bien de ausencia de color, era la extrema palidez de su rostro. Como siempre, él era una mancha negra en la dulce y limpia cara del mundo. Apretó los dientes con fastidio. No era un buen día y esto no lo estaba mejorando.

-Esta es nuestra sala de restauración de arte - señaló hacia los caballetes con lienzos cubiertos con telas blancas, Snape pensó en lo imposible que era eso de que ahí se restauraba algo, obviamente a ningún genio del arte le habrían permitido manchar con oleos el prístino piso del salón. Soltó una especie de gruñido bajo como respuesta, no estaba de genio para discutir.

Aquí nos encargamos de restaurar el baluarte de arte plástico que posee el Ministerio, el fondo está compuesto por obras donadas por grandes artistas al Ministerio, también cuadros o esculturas incautadas, otras recuperadas de las malvadas manos de ladrones de arte – con eso Snape hizo otra mueca, eso solo significaba que, si el cuadro era lo bastante bueno o lo bastante caro, al ser robado y recuperado, el Ministerio se lo quedaba para ¨brindar seguridad debida¨ al bien artístico. Él lo sabía y muy bien, eran sus aurores los que hacían las redadas, atrapaban a los ladrones y entregaban el botín a los otros ladrones, el Ministerio. - también entramos en posesión, aunque muy poco ahora, de legados familiares.

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