Los personajes empleados en este escrito pertenecen a J. K. Rowling
El continuo sonido de golpes secos interrumpía la dulce cadencia de uno de los nocturnos de Chopin que sonaba alto en el departamento, cada tanto se escuchaba un jadeo, aun así, no se cambiaba el tiempo, parecía como el sonido de un compás, metrado y preciso marcado por cada golpe.
Jab. Jab. Swing. Paso atrás. Patada al muslo. Uppercut. Un suave jadeo. Cross. Cross. Barrido. Jab. Jab. Rodillazo lateral. Otro jadeo. Luego una serie sucesiva de golpes de puño directos al saco de box, golpeó y golpeó hasta que sintió que se abrió la carne de sus nudillos. Con un gruñido adolorido dio un último golpe antes de doblarse sobre sí mismo intentando recuperar la respiración.
- ¿Siempre entrenas de esa terrible manera? No parece muy saludable niño.
La mirada fulminante que dirigió al cuadro a través de la amplia sala y las puertas de su oficina hasta el interior hubiera podido prender fuego. Estaba harto, enojado, cansado y sobre todo muy confundido. Lo que menos quería ahora era escuchar a aquel maldito cuadro.
-Llevas una hora ahí y no parece que estés consiguiendo nada, a menos que tu objetivo sea matarte de cansancio.
-Nadie ha pedido su opinión estimada señora. - se pasó la mano vendada por la frente dejando un rastro de sangre mientras intentaba quitar el sudor, estaba en pantaloneta sin camisa ni zapatos, su espalda brillaba perlada por la transpiración causada por el extenuante ejercicio.
-Incluso un profesional no se mantiene en pelea por más de una hora sin un debido descanso Severus. Al menos toma agua – la muchacha en el cuadro lo miraba con reproche – si te matas haciendo eso, nos condenaras a mi Gerard y a mí.
-Agradezco su preocupación por mi salud, sepa que no hay necesidad de la misma, aun ni siquiera he dicho que aceptaré ayudarla a reencontrarse con su otra mitad – con un suave movimiento de mano cerro de golpe la puerta del estudio, suficiente tenía en su cabeza como para aumentarle la absurda necesidad del cuadro de su madre de hacerlo aceptar el legado Prince.
Volvió a pasarse la mano por la cara intentando despejarla cerrando los ojos, al hacerlo la vio. La maldita niña Granger. No era posible. Con renovadas fuerzas se lanzó nuevamente contra el saco de box y desató su frustración en airados golpes de puño, rodillazos, codazos y patadas en lo que casi parecía una coreografía ensayada. Subió el volumen para cubrir el lejano sonido de las palabras del cuadro que se escapaban a través de las paredes de su estudio y el constante jadeo de su propia respiración.
La sanadora Granger se disponía a tomar su descanso en las cámaras de los medimagos en turno en el cuartel de aurores, se suponía que su amado novio le traería la cena, de eso hace como tres horas, al pasar la primera, ella ya había asimilado que el chico no aparecería y salió a comprarse algo de comer. Ahora tantas horas después, cuando ya había colgado la bata y se encontraba lista y dispuesta para descansar una nota en forma de avión entraba por la ventana, la tomó con desgano, no tenía ni las más mínimas ganas de enterarse el porqué de la ausencia de su novio, una vocecita corrigió en su mente diciendo prometido, se sacudió el pensamiento y abrió el papel.
Y ese era Ron diciendo que lo había olvidado, se había entretenido en la madriguera. Increíble, quería sentirse molesta, de verdad quería enojarse y hacerle un escándalo, pero lo cierto era que no tenía fuerzas para eso, si lo verbalizaba podría decir que le daba pereza, si ese era el término. Le daba pereza hacerle cualquier reclamo a su futuro esposo, ese último pensamiento la desanimó más y arrugando el papel lo lanzó hacia el tacho de basura de la esquina, cayó fuera, pero ella ni siquiera lo notó, agarró una de las almohadas y la abrazó como si se tratara del cuerpo de otra persona. Dios no quiera que algún día esa almohada se convirtiera en Ron, fue su ultimo pensamiento antes de hundirse en las profundidades del sueño.
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NOCTURNOS
RomanceEl la soñaba. Ella era su destino, así debía ser. Un antiguo hechizo que debía permitirle reconocer a su otra mitad, pero su otra mitad había muerto y en sus sueños ella tenia ojos del color del oro, de la miel, pero debían ser verdes. ¿o no? Y ¿si...