NOCTURNO JUBLIEE en DO SOSTENIDO MENOR

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Los personajes empleados en este escrito pertenecen a J. K. Rowling


-He conocido a alguien.

La mujer encorvada sobre la cocina giró, su rostro pálido y demacrado en expresión amenazante.

-Te he dicho mil veces que no converses con extraños Severus. ¿Es que no entiendes?

-No es una extraña - dijo estirando los bajos de la raída y demasiado grande camisa que llevaba – ella es... no es

La mujer se llevó la muñeca a la frente para retirarse los mechones de graso cabello negro, al hacerlo dejo restos de comida sobre estos.

-No es ¿qué? Entiende de una buena vez, no hablaras con extraños en la calle. Si tu padre se entera – golpeo las manos sobre la encimera de madera hinchada y mohosa, el tintineo del cuchi al golpear hizo estremecer al niño delgado y desarreglado.

-Lo siento madre – el niño de enderezó, mostrando más valor del que su madre había podido mostrar en años, sus pequeños y huesudos hombros marcándose en la ropa. Un nudo atenazo su garganta.

-Ve a leer Severus, puedes tomar los libros de mi baúl, pero si llega tu padre los escondes. Él no debe verte con eso.

-Si, madre – la iluminada sonrisa de su rostro le dio calidez a la cansada mujer, lo vio salir casi corriendo de la vieja cocina. Suspiró. Esa no era la vida que soñó.

Había dormido poco y cuando durmió soñó con su madre y el maldito hechizo, lo había encontrado en anotaciones en un video cuaderno de clases de ella, lo que leyó lo hizo decidirse, tenía 11 años. Para su primer año en Hogwarts y por alguna razón que escapaba de su entendimiento, en lugar de ser más cercano a Lily, parecía que cada día ser alejaba más. Al levantarse de la cama se sintió viejo y gastado. Bien podría tener 150 años ahora, así de gastado se sentía, una vida de máscaras lo había dejado así, sin vida, solo y aun escondiéndose ahora en la máscara del reputado Jefe de Aurores, odiado y respetado a partes iguales. Sabía lo que todos decían a sus espaldas, podían aceptar que diera nuevamente su vida para cuidar el mundo mágico, pero para la sociedad seguía siendo un asesino, así lo decían sus miradas. Suspiro mientras giraba la cabeza para soltar el cuello y enrumbarse a la ducha. Hoy sería un día pesado, necesitaba estar concentrado.

-Anima visita - repasó pausadamente el niño en su mente - madre, como se hace el anima visita.

El plato cayó al suelo con un estridente ruido al romperse, de dos pasos la mujer estaba junto a él y le arranchaba de las manos en viejo cuaderno.

- ¿De dónde sacaste esto? Olvida que lo viste, ¡olvídalo! - gritó frente a su rostro, abanicando el libro junto a él.

-Solo quería saber - susurró el niño con un temblor.

-No – sintió el tierno toque de las manos de su madre, casi nunca lo tocaba así, casi con amor – debes olvidarlo mi niño, eso solo puede traer desgracias a tu vida.

- ¿Como puede ser una desgracia conocer a mi alma gemela? Yo ya la conozco, solo quiero... quiero que ella sepa que soy yo. - había capricho en su voz, eso infundió aún más miedo en la madre.

-Así no es como deben ser las cosas. - suspiro soltando la cara de su hijo, luego tomo una de sus huesudas manos y tiro de él para envolverlo en sus brazos – Es la niña Evans verdad? Escucha mi niño, ni ese hechizo ni ningún otro tendrán el poder para unir a dos personas que no estén destinadas a estar juntas.

-Solo quiero que ella me vea, yo ya sé que es ella.

-Eres muy pequeño para saberlo – lo presiono más entre sus brazos, un moretón de tonos verdes con la forma de los dedos de una mano quedo a la altura de los ojos del niño - una verdadera alma gemela te amara sin importar que, te verá a los ojos y sabrá que eres tú, solo sucederá cuando sea el momento correcto. No puedes alterar el curso de la vida mi niño, eso solo trae penas y desgracias.

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