REVELACION

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Deje las dos tazas de café caliente sobre la mesa de la cocina y tome la toalla húmeda, me acerque a él, la herida se veía horrenda, la sangre chorreaba de ella sin detenerse, pude ver pedazos de carne roja y viva, definitivamente algo o alguien le había golpeado con fuerza.

-Puedo hacerlo yo-dijo con voz ronca.

-Eres la persona más torpe que conozco, deja lo hago yo-dije tratando de sonreír.

-De acuerdo doctor Ian- sonrió débilmente.

Con cuidado comencé a limpiar la herida, Marcos se quejaba, pero con una herida como aquella yo también me quejaría, su frente sudaba por el dolor, la sangre fue desapareciendo, tome una gaza y alcohol, le advertí que dolería, cerró los ojos y las manos con fuerza y limpie la herida, las venas de sus fuertes brazos sobresalieron y después se relajaron un poco, puse la gaza y me retire para limpiar la toalla.

Tome del botiquín dos vendas y con la misma toalla limpie las heridas que sus manos tenían, los nudillos estaban muy rojos, las heridas no eran tan impresionantes como la de la frente, las limpie y se las vende.

-¿Cómo sabes hacer esto?

-De pequeño siempre hacia muchas cosas que me ponían en riesgo-sonreí al recordar las diversas veces en las que mi madre casi muere al verme lleno de heridas, pero en ocasiones, es imprescindible una herida para aprender.

Ambos dimos un sorbo al café y nos quedamos en silencio.

-Creo que debemos hablar-dijo al fin, miro en todas direcciones esperando ver a mi madre.

-Se ha ido a cenar-informe sin levantar la vista de mi café.

-Ok.

Otro silencio denso como la espuma de nuestro café, el coraje que le había mostrado en aquella ultima discusión se había desvanecido con el paso de los días, yo no me preciaba por ser rencoroso.

-¿Qué te ocurrió?

-Bueno, como te había comentado hace tiempo, mis padres discutían mucho, ayer todo llego demasiado lejos, así que se separaron, aun falta hacer los papeles, pero ya está hecho- lo mire, devastado y herido-. Siempre he apoyado a mi madre, ella es una gran inspiración para mi, mi padre la amenazo, me moleste, aunque ya sabrás que me enojo con facilidad, y fui a hablar con él, pero todo resulto en una pelea, tomo una piedra y me golpeo en la frente, después huyo.

Entendía la sensación de querer proteger a un ser amado, mi madre era una gran compañía para mi, un ser que jamás podría ser sustituido por nada y nadie.

-Lo siento… por tu familia-lo mire a los ojos, aquellos ojos que reflejaban dolor, soledad, tristeza, coraje, todo junto.

-¿Porqué?

-Se que debe ser difícil para ti…

-No, ¿Por qué eres tal dulce conmigo?

Su pregunta me dejo callado, ¿Qué podía decirle?

-Porque me importas-dije al fin, sus labios temblaron, sus ojos se llenaron de lágrimas.

-No lo merezco, no después del imbécil que fui.

-Eso no importa.

-Aun hay más cosas que debes saber-me observo con las lagrimas recorriendo sus mejillas, se formo un nudo en la garganta, ya no quería mas café-. Sí, me drogue pero solo fue una vez, lo hice para olvidarme de todo lo que me rodeaba, no sabía qué hacer, como salir.

-¿Por qué no lo dijiste?

-Quería ser aceptado-sollozo.

Ser nuevo no era sencillo, mucho más si realmente quería tener amigos, era difícil encajar como una pieza de un rompecabezas que ya estaba armado,  pero si hay algo que nos distingue a Hannah y a mí, es que nunca dejamos abajo a uno de los nuestros.

-Yo… bueno, nadie más  sabe esto que te diré, pero… me gustas.

-¿Qué?-dije atragantándome con el mismo aire.

-Soy gay-dijo examinándome, su rostro reflejaba temor al rechazo.

-Yo…

¿Qué debía hacer? ¿Qué debía decirle? Nunca me había ocurrido tal situación, no es que me molestaran los de preferencia sexual distinta, al contrario, yo los veía como personas normales, así es como son, es decir, son seres humanos con gustos distintos, como la música, no a todos nos gustaba lo mismo, pero no por ello no rechazábamos unos a otros, pero el hecho de que le gustara a mi amigo, bueno eso cambiaba las cosas.

-No me importa-dije sin pensarlo.

-¿Qué?-me miro, lloraba.

-Eres mi amigo y no me importa quién te guste o no, es extraño, lo admito, pero lo superare.

Por su expresión temí que se fuera a desmayar en mi cocina, se puso de pie y me abrazo, mire al infinito, podía sentir como lloraba sobre mi hombro, le devolví el abrazo, pues era lo único que me quedaba por hacer.

-Gracias-dijo a mi oído- Yo… bueno, no quiero ir a casa, ¿Crees que pueda quedarme aquí?

-Amm, claro, te mostrare mi recamara.

****

Marcos dormía tranquilamente sobre mi cama, todo se había vuelto distinto, la verdad había salido a fin, sentado en el sillón pegado a la ventana de mi habitación, saque mi iPhone y vi la hora, me acosté en el sillón y admire la luna llena hasta quedarme dormido.

METAMORFOSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora