De repente, me vibra el móvil y el corazón me late un poco más rápido ante la remota posibilidad de que pudiera ser Anníe. Desestimo, el latido insidioso, molesta con mis absurdas ilusiónes.
Sonriendo, estudio nuestro chat, con nostalgía y cariño. Hacía semanas que no hablaba con ella. El último mensaje que le había enviado había sido horas antes de que toda mi vida se fuera a la míerda, Antes de saber que seria obligada a casarme con un enfermo posesivo.
Cogí mi chaqueta, mis auriculares y baje las escaleras saltandome algunos escalones.
—Deja de saltar, puedes caerte.—Murmuro sin despegar la vista de sus papeles, camine tomando una manzana del centro de la mesa, limpiandola con el puño de mi blusa.— ¿Que haces vestida así?—Alzo la mirada repasandome una y otra vez. <<Descarado.>>
—Saldre.
Comi un trozo, de la roja manzana.
—¿Qué? ¿Quien te dio permiso?—Alzo una ceja, clavando sus fríos ojos en mi.
—Soy lo suficientemente mayor como para pedirle permiso a alguien, ¿no crees?
Aídan y Amy, bajaron las escaleras saltando hasta llegar a, ÉL, no puedo creerlo, ¿Porqué con él y no conmigo? Yo me ocupo de ellos, joder, que mal agradecidos son, oh por Díos, ahora, que logro darme cuenta, Él, no lleva puesto, nada más que, tan solo unos bóxers.
—Sé que mis calzoncillos son más interesantes que tus bragas, pero deberías disimular mejor la próxima vez.
—Si qui mis cilzincillis... Tragate mi trasero, Estúpido y creido, que asco me das.—Mascullo, poniendo los ojos en blanco.
Me meto en mi móvil, mientras observo algunas viejas fotos, para luego eliminarlas.
—En, exactamente, 5 minutos, alguien tocara esa puerta, y tú, deberas sentarte quieta alli, CALLADA, ¿comprendiste?—Inquiere esta vez sin alzar la mirada.
—En tus sueños Anciano.
—¿Anciano? ya cielo, no sabes las incoherencias que puede hacerte gritar este anciano, quedaras coja una semana si no cierras la boca, no me provoques.—Sonríe con gracía, viendome, cuando el timbre suena, alguien ha llegado, me señala con su bolígrafo, y su semblante, regresa a su mísmo feo tono, serío y maduro, IUGH.—Comportate.
—Sigue soñando, mi nombre es FLEUR STEIN, recuerdalo muy bien toda Tu puta vida, Ainsworth.—Amenace.
—Buen día Familia.—Oh, Madre mía, ¿Ella es tú chica? pero que guapa esta...cuentame, ¿Quien es ella? ¿Es...ELLA?—Pregunta él pelirrojo, coquetamente, recibiendo un gruñido, de Elijah.
—Primero que nada, No soy SU chica.—Espete molesta.
—Ella es MI esposa, no es mi chica, y evita tus idioteces, es MÍA.—Asintio, dandome a entender, que podria decirle mi nombre, sin preocupaciones.
De todos modos, se lo diría.
—Soy... Fleur, Fleur Stein.—Murmuro al final.
—Explícame, no entiendo nada.—Dice, volviendo toda su atención a Elijah, quien solo, observaba sus papeles y reacomodaba todo una y otra vez firmando uno en color verde con bonítas letras.—¿Que quieres que te explique? Nos comprometimos, nos casamos y ya.—Contesto, encogiendose de hombros.
—¿Así y ya? ¿Y no me invitaste? ¡HEY! No, no, un momento, yo te conozco rubía, ¿De donde te conozco?—Rasca su cabeza, frotando su mentón con su mano disponible, pensativo.
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Casada con un extraño✔©
Teen FictionElijah Ainsworth, cegado por la codicia y el deseo, compra a Fleur Steín, pero olvída algo muy importante... no es posíble forjar un camíno, para llegar al corazón de alguíen. Si quíeres conocer a una persona, no le preguntes lo que píensa, sí no lo...