CAPÍTULO 2. "Vacío"

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Vacío. Eso es lo que siento en este momento, un vacío profundo y desgarrador. El solo pensar que a pocos metros de mí descansa el cuerpo sin vida de mi mejor amigo, de mi marido, hace que me entren ganas de llorar, de gritar, de dejar de existir... Mi mirada está vacía, mientras que mi mente aún sigue intentando asimilar lo sucedido.

Derek. Mi Derek, ¿muerto? Ya no podré volver a besarle, ni acariciar si piel suave, ni volveré a ver su hermosa sonrisa blanca, ni sus ojos brillantes de picardía.

Mis ojos se llenan de lágrimas por enésima vez en el día de hoy, pero esta vez permito que esas pequeñas gotas de agua salada surquen mis mejillas y así poder desprenderme de este peso que siento en mi interior. Cada lágrima significa algo que pierdo.

Alegría. Felicidad. Confianza.

Sentimientos que son sustituidos por tristeza, amargura y añoranza.

-¿Sra. Evans? - me llamó un doctor, volviéndome a la realidad.

-¡Sí! - contesto, levántandome de un salto.

-Soy el Dctr. Cowell, tenemos los resultados de la autopsia de su marido - dice lentamente - Acompáñeme, porfavor.

Le sigo por un largo pasillo blanco, muy blanco, demasiado blanco para la negrura de mi alma. Hasta llegar a un despacho, las paredes son grises.

-Siéntese, por favor.

Tomo asiento frente a él, separados por un escritorio lleno de papeles.

-Lo primero que lamento mucho su pérdida - comienza. Asiento con la cabeza a modo de agradecimiento, incapaz de articular palabra alguna - Los resultados de la autopsia son realmente claros. Falleció en el instante, tras chocar con el camión.

Esas palabras se me clavaron en el corazón como cuchillas y, haciendo acopio de fuerzas, conseguí formular una simple pregunta.

-¿Y-y han encontrado al conductor d-del camión?

-No. Huyó dejando el cuerpo tirado en el asfalto - explica - pero aunque hubiera llamado a la ambulancia no habríamos podido hacer nada - añade, seguramente al ver mi cara de descomposición.

Asiento, sin saber que más decir. El médico parece notarlo porque rápidamente da fin a nuestra pequeña conversación.

-Bueno Señora, podrá disponer del cuerpo mañana por la mañana para poder darle sepultura.

Vuelvo a asentir.

-Si quiere puedo llamar a un taxi para que la lleve de vuelta a su casa.

Asiento otra vez. No me siento lo suficientemente bien para tener que volver en autobús...

El Doctor llama al servicio de taxis y le da mi dirección al conductor, y antes de poder darme cuenta estoy parada frente a la puerta de mi casa.

Busco mis llaves y abro la puerta. El silencio me da la bienvenida al vacío de mi hogar.

Paseo por la casa como un alma en pena, llorando al ver fotos de Derek.

Soy una estúpida. Este peso no se irá jamás, este es el peso de la muerte de mi esposo y el amor de mi vida.

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Recuerdo la mañana antes de su muerte como un hecho lejano, aunque fue hace menos de 24h.

Se levantó a las 7:00a.m, como siempre, y desayunamos tortitas, el desayuno especial de los Viernes. Hablamos sobre los planes que teníamos para el fin de semans y luego se marchó a trabajar sin antes despedirse con un beso y con su típica frasecita de la que yo me burlaba y ahora añoraré.

-Te quiero, que nunca se te olvide

Tranquilo Derek, mi amor, eso es algo que nunca olvidaré.

Último AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora