1. Mi nueva compañera de piso

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Era noche de sábado y, para inaugurar que tenía piso nuevo, había hablado con mi nueva compañera de invitar a un par de amigos a cenar y beber un rato, para conocernos más a fondo. Y es que, en verdad, Marina estaba tremenda: rubia, delgada, ojazos verdes, lo poco que había insinuado por el piso me había dejado ver que tenía unas tetas bien firmes y un culazo de película y claro, a mi solo me dieron ganas de follármelo.

Durante todo el día me había dejado insinuar más de una vez, haciendo que poco a poco ella se soltara. Y esta noche iba a caer. Íbamos ya por nuestra cuarta copa, entre las risas de nuestros amigos, jugando a un estúpido "yo nunca" en el que estaban saliendo muchas verdades sexuales a la luz.

Marina cada vez estaba más pegada a mí a medida que pasaba la noche, y nuestros comentarios picantes iban subiendo de tono. Pasé un brazo por la parte baja de su espalda, comenzando a tocarle el culo descaradamente, pero no pareció importarle, ya que se inclinó hacia delante, facilitándome el movimiento.

Un par de horas después, cuando nuestros amigos salieron, me giré hacia ella y más caliente no podía estar por el tonteo continuado de la noche. Se estaba recogiendo el pelo en un moño desordenado, con bastante precisión para como iba, la verdad.

Se levantó de encima de mí, cogiendo un par de botellas vacías de camino a la cocina. Me reí cuando se tropezó, intentando mantener la estabilidad. Se giró, señalándome y riendo coqueta.

-No te rías, que vas más borracho que yo.

-Eso no te lo discuto.- dije siguiéndola con los vasos en la mano. Vaya pedo más tonto llevaba.- Y qué, ¿quieres irte a dormir?

Marina se acercó a mí y enlazó las manos en mi cuello, empezando a caminar hacia atrás.

-Sólo si es contigo.

-Conmigo no vas a dormir mucho, lo sabes.

Sonrió por mi comentario, apoyándose en la puerta de mi habitación. Me miró por un instante, mordiéndose el labio. No pude evitar mirarla cuando lo hizo y eso pareció decidirla, porque abrió la puerta, dando un paso dentro.

-Tampoco me importa demasiado.

Me lancé a su boca, levantándola del suelo sin apenas esfuerzo y notando como enlazaba las piernas en mi cintura cuando la apoyé de nuevo en la pared.

-Alex...- dijo separándose un poco, pero rozando el bulto de mis pantalones con las caderas.- Seguimos siendo sólo compañeros de piso, ¿sí?

Asentí volviendo a besarla, colando mis manos por debajo de su camiseta y llegando al borde de sus pechos. No llevaba sujetador, y eso me ponía demasiado. Embestí suavemente sus caderas, rozando mi bulto contra ella en un movimiento rítmico.

-Entendido, compañera.

Rió contra mi boca, y aproveché ese momento de separación para tirar de su camiseta hacia arriba. Marina entendió el gesto, y se la quitó dejando sus pechos desnudos frente a mi cara. Me lancé a uno de ellos, mordiendo suavemente su pezón hasta sentirlo duro en mi boca y como ella gemía pidiéndome más. Cogí su otro pecho en la mano, masajeándolo cada vez más duramente cuando la escuchaba gemir.

-Mmmm... Muérdeme.

-Nos queda mucha noche, nena, pienso comerte entera.

Se movió contra mis caderas, los dos cada vez más excitados, hasta que comenzó a tirar de mi camiseta hacia arriba.

-Yo quiero igualdad de condiciones.- murmuró pasando su lengua por toda mi oreja y mordiendo levemente. Joder...

La bajé al suelo, sacándome mi camiseta y mirando hacia el pequeño pantalón de pijama que llevaba. Eso iba a desaparecer en menos de dos segundos.

Buscando compañera de piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora