2. De fiesta con mi compañera de piso

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Me levanté de la cama, yendo hacia la cocina a desayunar. Mi entrada en el nuevo piso no había podido ser mejor y, después del polvo de anoche no podía dejar de pensar en follarme de nuevo a Marina.

Fue como si la hubiera invocado, porque entró en la cocina, vestida sólo con un tanga y una camiseta que no llegaba a taparle del todo su bonito culo. La recorrí con la mirada, sintiendo como empezaba a ponerme duro dentro de mi pantalón de deporte.

La imaginé de nuevo abierta de piernas en mi cama, con su coño empapado esperando a que le enterrara bien duro mi polla. Joder... Se me estaba yendo de las manos.

-Hola, compañero.- saludó guiñándome un ojo y mirando mi bulto. Mi erección era ya más que notable.- ¿Dormiste bien?

-Más que bien.

Me acerqué a ella por detrás cuando abrió uno de los armarios altos de la cocina, presionando mi bulto contra su culo respingón. ¿Por qué no jugar por la mañana? Se mordió los labios, echando una mano atrás hacia mi paquete.

-Veo que te has despertado contento.- murmuró comenzando a pajearme por fuera del pantalón. Embestí suavemente contra ella, llevando las manos a sus pechos.

-Y con ganas de jugar también...

Ella soltó una risita, girándose hacia mí. Se agachó mordiéndose los labios, quedando a la altura de mi paquete, que no tardó en descubrir. Mi polla salió disparada en cuanto bajó los pantalones de deporte, semierecta apuntando a su cara.

Me la agarró suavemente, comenzando a pajearme mientras me miraba viciosa.

-Vamos, métela...- pedí con voz ronca. Quería que me la chupara con urgencia.

Sonrió antes de sacar la lengua, chupándome desde la base hasta la punta de mi polla como si fuera un polo. Repitió la acción un par de veces antes de ponerse a jugar con mi punta mientras me pajeaba de nuevo con la mano.

-Joder, nena...- suspiré dejando escapar un leve gemido cuando se la metió de golpe en la boca.

Comenzó a chuparla de arriba a abajo, haciendo sus movimientos cada vez más rítmicos y profundos, acompañándose siempre de su mano.

Cada vez se metía mi polla más profundo y empecé a notar como me tensaba momentos antes de correrme. Presioné su cabeza contra mi, mientras chorros de mi leche salían disparados a su garganta, evitando que se separara antes de que terminara.

-Ah, sí...- gemí soltándola lentamente. Sacó mi polla lentamente de su boca, todavía goteando leche y saliva.

Se la metió un par de veces más, chupando las últimas gotas para dejarla bien limpia antes de incorporarse.

-Me encanta como lo haces.- murmuré apretándole el culo, comenzando a apartar su tanga mientras lo masajeaba.

Tenía ganas de más.

Marina me apartó de un manotazo, separándose y saliendo de la cocina con su café.

-Tengo que estudiar, guapetón.

-¿En serio?

No podía ser real. Mi polla estaba medio empalmada de nuevo, pero me subí los pantalones. Ya se las haría pagar por esto.

Un par de horas después, Marina apareció de nuevo por el salón, ahora totalmente cambiada y maquillada. Me contó que esa misma noche había fiesta en uno de los clubs de la ciudad y que ella iba a ir con sus amigas. Y claro, en cuanto se fue de casa, yo no tardé en llamar a mi mejor amigo Pablo.

Marina de fiesta tenía que ser todo un espectáculo que yo no me pensaba perder.

Y así fue, era ya bien entrada la noche cuando me acerqué a ella y a sus amigas, con mi mejor amigo caminando a mí lado.

Buscando compañera de piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora