4. Fin de fiesta con mi compañera de piso

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Cerré la puerta del apartamento a mis espaldas al tiempo que Marina se giraba hacia mi, desabrochando su cazadora lentamente.

-¿Te ha gustado lo de esta noche?- me preguntó mordiéndose el labio con sensualidad.

-Me pongo duro solo de pensarlo, nena.- me toqué la polla por encima de los pantalones como respuesta. Y era verdad, solo con pensar en su culo en pompa y la polla de mi amigo bien metida en su garganta... Me volvía loco.

-¿Y no quieres repetir?- Marina se acercó a mí, pasando suavemente la mano sobre mis pantalones.- Follarme bien duro, tenerme bien abierta de piernas y gimiendo solo para ti.

Me mordí los labios ante su insinuación, cogiéndola del cuello para acercarla a mí. Perfilé sus labios con la lengua, provocando que abriera la boca liberando un suave jadeo. Aún seguía cachonda del trío anterior, y era algo que no podía disimular.

Subí una mano a sus pechos, apretándolos y pasando de uno a otro.

-¿Me dejarías follarte otra vez?- pregunté sin soltarla.- ¿Como yo quisiera?

-Sí... Te dejaría hacerme de todo...

Movió mi mano hacia abajo, dejándola suspendida con la suya a escasos centímetros de su coño, desde donde se podía notar el calor que emanaba de él.

Comencé a caminar hacia el sofá, con Marina agarrada del cuello y nuestras manos en la misma posición. La empujé soltándola, provocando que cayera de culo en el sofá.

-Ponte en cuatro.- le ordené.- Ábrete para mí.

Hizo lo que le pedía, y me quité el cinturón. Viéndola con ese culazo en pompa, solo un pensamiento pasaba por mi mente. Levanté su vestido, dejando sus nalgas al aire y pasé la punta del cinturón de un lado a otro, dando suaves toquecitos. Gesto que la hizo estremecerse.

-Shhh...- susurré acercándome.- Estate quietecita.

Marina gimió como respuesta pero se mantuvo quieta mientras mi cinturón seguía pasando por todo su culo, rozando sus labios mayores con toda intención. Podía ver su coño humedecerse lentamente, toda esta situación de que la dominaran la ponía demasiado.

Di un suave azote en una de sus nalgas, antes de preguntar.

-¿Te ha gustado la polla de Pablo?

-Sí... Sentirla en mi boca era toda una delicia...

-Cuéntame, cómo se la chuparías si lo tuvieras delante.

-Mmm...- Marina gimió cachonda y aproveché el momento para darle un nuevo azote antes de desabrocharme el pantalón.- Empezaría a chupársela de arriba a abajo, solo con la lengua, como si estuviera lamiendo un polo... Después metería la punta en mi boca, succionando antes de volver a bajar toda mi lengua por ella.

Saqué mi polla de los pantalones, comenzando a pajearme mientras la escuchaba.

-Luego bajaría a los huevos, metiéndomelos en la boca a la par que lo pajeo con la mano, subiendo y bajando, notando como su polla se pone cada vez más y más dura, escuchándolo gemir.

Vi como bajaba una mano a su coñito, empezando a masturbarse lentamente, recogiendo sus jugos y llevándolos hacia su clítoris antes de frotar. Soltó un gemido por lo bajo, y aproveché para darle otro azote que la hizo gemir más alto aún.

-Sigue... Dime cómo te la meterías...

-Ah... Comenzaría chupando la punta, introduciéndola cada vez más en mi boca. Poco a poco... Llevándolo al límite hasta que me agarrara de la cabeza y empujara con sus caderas, clavándomela hasta el fondo de mi garganta. Intentaría apartarme, pero él comenzaría a follarme la boca y solo se oirían mis gemidos y el sonido de la saliva cada vez que entrara.

Mi polla estaba a punto de estallar imaginándome la escena, y ya no pude contenerme más. Aparté de un manotazo los dedos de Marina de su coño y, tras ponerme un condón, se la clavé de golpe haciendo que soltara un grito ahogado.

La cogí del cuello, comenzando a bombear como un animal en celo, clavándole mi polla lo más profundo posible, con estocadas duras y firmes que acompañaban sus gritos de placer.

-¡Fóllame, Alex! ¡Sí, joder, dame duro!

-¿Te gusta, eh, perra?

-¡Sí! ¡Sí!

Azoté de nuevo sus nalgas, dejando las marcas de mi mano en ellas, cambiando la mano que sujetaba su cuello al pelo, jalándolo hacia atrás.

-Sigues tan apretada... ¿Estás pensando en cómo te follábamos en el coche? Tú, gimiendo con las dos pollas bien enterradas dentro de ti.

-¡Ahhh, Alex!

Le di un nuevo azote, provocándole otro grito.

-Dime cuánto has disfrutado.

-Puedo correrme con solo pensarlo...-gimió debajo de mí.

Aceleré el ritmo, repitiendo la escena en mi mente a la vez que seguía bombeando dentro de ella, notando como sus paredes se contraían alrededor de mi polla y Marina comenzaba a moverse en movimientos circulares.

-Eso ya lo veo.- reí por lo bajo dándole una estocada más fuerte, repitiéndolo cuando se estremeció.

Marina liberó un nuevo gemido al tiempo que sus piernas comenzaban a temblar y yo notaba como su coño se inundaba de fluidos. Estaba tan mojada... Como siguiera con esos movimientos yo no iba a ser capaz de aguantar mucho más.

-Grita, nena, grita mientras te corres con mi polla.- la insté entre sus temblores con mi polla taladrándola duramente.

-¡Joder, Alex! ¡Ahhh... sí, sí! ¡No pares! ¡Córrete tu también!

-Pero yo quiero hacerlo en tu boquita, nena...

Marina gimió en respuesta, profundizando los movimientos de sus caderas, enterrándome todo lo que podía en su empapado coño, aumentando mi excitación. Se movía con precisión, sabiendo los movimientos que más me harían disfrutar.

Clavé mis dedos en sus nalgas, dejando caer un par de azotes que la hicieron estremecer. Bombeé aún más fuerte, aferrado a sus nalgas, con mi polla a punto de reventar, pero queriendo disfrutar al máximo de su calor.

-Gírate.- le ordené saliendo de ella, comenzando a masturbarme. Mi corrida estaba muy cerca.- Ponte de rodillas.

Marina me entendió, bajándose rápidamente al suelo, arrodillándose frente a mí. Juntó sus manos a su espalda, abriendo la boca y sacando la lengua como buena perra. Pegué mi glande a sus labios y chorros de semen fueron a parar directamente al interior de su boca, que tragó con facilidad.

Golpeé mi punta contra su lengua, frotándola entre sus labios para limpiarla.

-Me gusta tanto que seas tan puta...- gemí escupiéndole en la boca.

-Puedo demostrarte mucho más de lo que me atrevo a hacer...

Y así, mi polla volvió a encenderse sin remedio y mi cabeza comenzó a pensar en todo lo que podríamos hacer.

Buscando compañera de piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora