Capítulo 4

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Llevo sentado en la orilla de la acera unos 10 minutos pensando, cuando Jessica y su novio salen por la puerta, me les quedo mirando prestando atención a cada detalle.
¿Qué tiene él que yo no?

Que él al menos hizo el intento de hablarle. - dice una voz en mi cabeza -

Bueno, eso es cierto, pero no es como si eso fuese a dar resultado teniendo ella un novio.

El chico de despide de ella con un beso en la mejilla. Bien. Le dice que se cuide y se va.

Sé que ésta es mi oportunidad, y que debería aprovecharla y todo eso, pero simplemente me quedo inmóvil mirándola.

¿Por qué una chica que a penas conozco causa estos efectos en mí? No lo sé, pero sólo lo hace.

Decido ir a saludarla, por lo que tengo que acelerar un poco el paso ya que había comenzado a caminar. Cuando llego a su lado, murmuro:

¿Jessica?

Ella se voltea hacia mí y ladea la cabeza.

¿Quién es? Lo siento, no pued...

Andrew. - la interrumpo - No sé si te acuerdas de mí pero te vi pasando y pensé...

¿Andrew? ¡Oh, dios qué coincidencia! - dice y se acerca para abrázame; lo que resulta algo incómodo porque, de hecho, me olvidé de que es ciega y tiene un bastón de ésos que ellos usan. Básicamente, al ver que me iba a abrazar, me abalancé sobre ella provocando que el bastón se cayera, y como el hombre suertudo que soy, el artefacto quedó parado en el suelo, (de manera vertical) y cuando Jessica se acercó para el abrazo el bastón se hundió en mi... Bueno, se pueden imaginar dónde. Ella, al parecer, no lo notó, porque se se abrazó a mí y yo... Digamos que no estaba muy cómodo que se diga con una muchacha abrazándome y un palo entre mis piernas.

Sep, era horrible.

Pero por nada del mundo le iba a decir que se alejara.

Así que sólo me olvidé de lo que pasaba de mi cintura para abajo, y me concentré en ella. En su olor. En cómo su cabello de pegaba a mi mejilla. Y que, aunque no fuese el abrazo perfecto con una dramática reconciliación y un beso bajo la lluvia, ni la típica novela en la que la cabeza de la chica encajaba perfectamente el el hombro del muchacho; era lo más cercano a la perfección que teníamos.

Está bien, no estamos juntos, y ella probablemente está locamente enamorada de su novio, pero yo la quiero, y cuando la chica que te gusta te abraza de esta manera... Sólo lo disfrutas.

Y eso es lo que estoy haciendo ahora mismo.

Hasta que se aparta, y puedo respirar de nuevo.

Sí, fue lindo. Pero no olvidemos que tenía un tubo entre mis piernas.

¿Cómo te ha ido? - dice ella, apartando el bastón y sacándome de mi sufrimiento - Pensé que nunca te volvería a ver. - comenta con una gran sonrisa -

Pues, la verdad que no ha pasado mucho. Ya sabes, trabajo y esas cosas. - ella asiente con la cabeza - Pero, ¿qué hay de ti? Cuéntame cómo te ha ido.

En realidad a mí me ha ido de maravilla. ¿Te conté que estoy estudiando medicina veterinaria? Pues me va muy bien, pensé que no me apasionaría tanto, pues lo que a mí me gustaba más y quería estudiar desde un principio era odontología, pero dadas las circunstancias...

Al principio no capté, incluso esperé que siguiera hablando para recibir una explicación o algo, después fue que caí en cuenta.
Es ciega, claro que no puede ser odontóloga.

Vaya, eso es genial - digo - Y, ¿no tienes problemas a cuando te mandan ensayos escritos? - pregunto en un tono natural, pues a ella no le molesta que le hablen de su discapacidad. De hecho, parece gustarle cuando me dirijo hacia ello con un tono relajado y ligero, y no como algo delicado y con cautela, de lo que es difícil hablar. -

En realidad no. En esos casos usamos código braile y esas cosas- responde, y lo hace en un tono relajado, como si me contara qué almorzó ayer. - Antes de ver qué iba a estudiar, investigué un poco acerca de eso. Ya sabes, las universidades que me aceptarían y tuvieran algunas de las carreras que yo quisiera ejercer. Y encontré ésta. - una tenue sonrisa se formó en sus labios, como si de pronto tuviera un buen recuerdo. - No es un sitio para ciegos, mudos o, en su totalidad, personas como yo. Es una universidad normal en la que gente con alguna discapacidad física tiene la oportunidad de estudiar las carreras que estén a su alcance aprender. Tampoco es como si pretendiera que me van a enseñar a manejar. - bromea. -

No puedo evitar reírme y sentir dulzura al mismo tiempo. Esto es algo que me encanta de ella, bromea tan a la ligera sobre una cosa que, para muchos, podría ser hablar de que tienen sida o algo por el estilo. Ella no es acomplejada, ni se preocupa por algo que sabe que no puede cambiar. No pretende sufrir por lo insufrible. Y eso, maldita sea, eso me encanta.

Te entiendo. - comento - Bueno, no te entiendo, pero sé de qué hablas.
Me alegra que encontraras un sitio donde puedes aprender algo que te gusta, o al menos se acerque.

La verdad que sí. - sonríe. - Aunque, déjame decirte, no es tan fácil como pensé que sería. De hecho, el otro día... - deja de hablar de repente y se pone una mano en la cintura. - ¿Qué hacemos aquí parados hablando? - dice como si fuera algo insólito. - Vamos a un sitio más cómodo.

Me quedo unos segundos meditando su propuesta. Vamos a un sitio más cómodo. Quiere que vayamos a hablar. Y si lo pienso...

Su novio está lejos, yo no tengo más nada qué hacer hoy excepto aburrirme en mi casa y pensar.

Al final le digo que sí y la llevo a una cafetería que quedaba a unas cuadras de allí. Ella no se toma nada porque, naturalmente, ya lo había hecho antes. Yo pido un agua mineral, porque sé que esto va a tardar. Vamos a hablar, a bromear y a divertirnos como amigos.
Amigos.

Bueno, igual no me quejo. Todo empieza por algo y, después de todo, aún no sé qué tiene ella que me atrae. Por mí, tenemos tiempo suficiente para darnos. Y conocernos hablando es la mejor forma.

Porque sé que si hubiera dicho que no, estaría ahora mismo en mi casa, vagando en mis pensamientos.

Porque, después de todo, en lo que estaría pensando sería en ella.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2015 ⏰

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