THE BLIND HERO OF THE WIZARDING WORLD

02.

Dos semanas después de llegar al caldero chorreante, Harry se despertó por la noche, algo agitado. Le dolía la cabeza, pero despachó aquella sensación y trató volver a dormir, sin apenas resultado. Cuando volvía a cerrar los ojos, al dolor que sentía en la parte superior de su cabeza se sumó el resto de la misma, pasando por su rostro y su cuello y continuando por la espalda y el resto del tronco del joven, intensificándose cada vez más, hasta tal punto que tuvo que arriesgarse a que lo expulsaran por hacer magia fuera del colegio y lanzar un hechizo de silencio y barreras de privacidad a su alrededor.

Allí empezó una tortura, pues Harry notaba que la fisonomía de su cuerpo cambiaba poco a poco. Sus caninos se alargaban y los demás dientes se volvían afilados, y el brillo de sus ojos aumentaban de intensidad de brillo a un esmeralda más fuerte. Sus uñas, bastante cortas, se alargaban hasta convertirse en garras y lo mismo pasó con sus pies. Los brazos y las piernas se transformaban en patas y la cabeza se alargaba hasta que formaba la de un lobo de negro pelaje como la noche, aunque la cicatriz en la frente permanecía aún ahí, al igual que la ceguera.

El chico, al contrario de lo que se podía pensar, no perdía la consciencia de lo que el lobo hacía, como los hombres lobo, sino que podía controlar sus acciones. No obstante no pudo reprimir el aullido que culminó con su transformación.

Harry supo que aquel instinto era lo que lo guiaba en situaciones de mayor peligro, caso de su primer y segundo año. Y es que siendo ciego sus aventuras eran un tanto peculiares.

Cuando tuvo que salvar a Hermione, un subidón de energía lo había atacado. Sabiendo dónde estaba el trol por su oído y la forma en el que el sonido de los gruñidos del mismo variaba, pudo saltar (habilidades de hombre lobo en acción) al cuello de la bestia e hincarle la varita en la nariz.

En el juego de ajedrez Ron y Hermione le habían guiado a la hora de moverse por el tablero. Bueno, en realidad más Hermione, porque Ron se desinteresaba muy a menudo del tema.

A la hora de enfrentarse a Quirrelmort, su oído había vuelto a entrar en acción, junto con su olfato y su percepción de cosas más grandes que él al aproximarse a ellas. Cuando Quirrel lo ató no se lo esperaba, por lo que se estampó contra el suelo.

Después, en su segundo año, Dobby se había aparecido en la habitación, y solo gracias a que el elfo se entretenía saltando en su cama y hacía ruidos de alegría pudo saber que alguien estaba ahí.

Cuando él y Ron quisieron entrar a la estación, justo antes de chocar contra la pared, no lo había podido evitar.

La bludger en su partido de quidditch... Bueno, él se esperaba que esta lo quisiera golpear (para que él pudiera jugar se le habían puesto bastantes cascabeles y cosas sonoras diferentes para cada pelota), pero no que se obsesionara solo con él.

Al recibir la información de que la señora Norris estaba petrificada, Harry se había acercado y había tocado el cuerpo para ver si tenía pulso, pero no se notaba nada. El joven se había asustado enormemente y quiso ayudar al animal.

El club de duelo fue un tanto difícil para el infante de doce años, pues solo cuando uno de los alumnos gritó: "¡Justin, cuidado!" y escuchó un siseo de la serpiente como respuesta, Harry había reaccionado y le había pedido al reptil que dejara al Hufflepuff, siendo repudiado por los alumnos de todo Hogwarts.

A la hora de derrotar al basilisco, Harry tenía que dividir su atención entre el reptil y las grandes columnas de la cámara,. Por eso se sorprendió al escuchar el canto del fénix y, cuando el basilisco estuvo a punto de atraparlo, no pudo hacer más que dejar caer el sombrero que el fénix había lanzado a su cara, para posteriormente volver a recogerlo. Lo mismo sucedió con el diario que Fawkes lanzó a su regazo y al cual, en un momento de inspiración, clavó el colmillo de la serpiente.