II

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Ship: Jackacio
Personajes: Horacio, Gustabo, Segismundo, Jack y Volkov
Palabras: 865

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Una nueva mañana se avecinaba, Jack se levantó y tomo un café solo, no le gustaba para nada el azúcar.

Tras ducharse salió con prisas hacia la pequeña tienda donde trabajaba, una repostería, la cuál odiaba, estaba llena de cosas dulces, muy empalagoso todo.

A él le gustaba llegar temprano ya que a primera hora siempre pasaba un chico castaño de ojos verdes que adoraba, aunque el nunca lo admitiera, y se excusara con "me gusta atenderlo porque siempre deja buena propina y compra mucha variedad", cosa quien, su gran amigo Viktor no se creía.

Era una época difícil, en por la que ser Homosexual o Bisexual podría llevarte a serios problemas, aunque esto a Viktor no le importaba, el seguía pensando que a su compañero de trabajo sentía algo por aquel dulce joven, quien era todo lo contrario a Jack.

Dio un fuerte suspiro y decidió ponerse su uniforme, para meterse dentro de la cocina y empezar ha hacer un par de bizcochos y unos flanes.

- ¿Buenos días? - se escuchó la melodiosa voz de un chico tras el suave ruido de la campanita que estaba sobre la puerta.

- Hola - saludo el pelinegro serio, saliendo de la cocina y lavandose sus manos.

- mmmm - el chico tras dar unos pasos se quedó pensativo mirando aquel reluciente escaparate, que variaba desde esponjosas magdalenas hasta apetecibles flanes - ¿que me recomiendas hoy? - pregunto con una sonrisa radiante.

- No lo tengo claro, pero supongo que te podrían gustar los pastelitos de fresa y nata - sugirió este, señalandolos, creía que pegaban bastante bien con como era el chico.

- esta bien, ponme dos - le sonrío tímido.

- Por supuesto - dijo este cordial agarrando un par de bolsitas para guardarlos - oye, ¿podría preguntar porque siempre pides dos unidades? - pregunto mientras guardaba el primer pastelito.

- Ummm, es que yo tengo un hermano mayor, el siempre dice que estás cosas son mariconadas, pero luego siempre se lo acaba comiendo a escondidas - dijo con una tierna risita.

- Ya veo... - dijo pensativo este para empezar a guardar el segundo pastelito con sutileza.

- Y tú... ¿porque estas siempre enfadado? - pregunto poniéndose de puntillas para ver lo que hacía, Jack puso una mueca de confusión - mi amigo Segis siempre dice que tú eres el señor gruñón, me ha dicho que no tendría que venir, pero me caes bien - dijo sonriente.

- Tsk, a mi simplemente no me gusta este trabajo, pero lo tengo que hacer si quiero mantenerme - dijo con recelo, para acabar de empaquetar el segundo pastelito.

- ¿¡No te gusta el dulce?! - pregunto incrédulo el otro chico, haciendo que sus mejillas se tornaran rojizas por la impresión, haciendo que sus pecas resaltarán.

- No - contesto frío colocando las bolsas en el mostrador y yendo por un boli para escribir el precio.

- ¿Por qué no? Debe haber una razón, el dulce le gusta a todo el mundo - pregunto algo más alto para que lo pudiera escuchar.

- eso es una larga historia - contesto empezando ha hacer la suma.

- Cuéntamelo, no hay nadie esperando y los bizcochos todavía se están haciendo - le pidió con ojos de cachorrito.

- Bien - respondió con un suspiro entregándole todo y recibiendo el dinero, aún así los dos se quedaron en su posición - yo he trabajado aquí durante tres años, empecé a los 17 y ahora tengo 19 - dijo esto sorprendiendo al muchacho que tenía en frente.

- ¡Eso es imposible! Tu eres el señor gruñón, no puedes ser tan joven - dijo inflando sus mofletes, el contrario solo grupo en respuesta - ¿¡ves!? - contesto señalándolo.

- Cállate - le respondió medio enfadado, para proseguir con su historia - el caso es que al trabajar aquí siempre sobraba algún postre que no se había vendido durante el día, al ser el chico nuevo todos me dejaban comérmelo a mi - explicó, viendo como al chico de ojos verdes se le iluminaban los ojos de la ilusión - y el caso es que un día de estos me tocó un flan gigante, no se porque lo habían echo, pero yo era muy ansioso e impaciente, entonces me lo llevé a casa y me lo comí, tanto fue mi empacho que ahora odio todo lo que tenga que ver con el dulce - termino de decir, viendo como el contrario se llevaba la mano a la boca para aguantar la risa - ¿de qué te ríes capullo? - le pregunto entre dientes.

- ¡No me puedes insultar! - le dijo aún aguantandose, para segundos después echarse a reír fuertemente.

- ya ya, no es tan gracioso - dijo al ver como se empezaba a reír en el suelo, tendiendo una mano a través de la barra para ayudar a levantarle.

- Si lo es - contesto aún pasándose la mano por los ojos para quitar el resto de pequeñas lagrimitas generadas por la risa.

- ¿Algo más? - pregunto cruzado de brazos.

- No - negó - bueno, a ser posible poder volverte a ver mañana - dijo con una sonrisa.

- Claro, pásate pronto y ya sabes dónde estoy - respondió intentando parecer tranquilo.

- ¿Después del trabajo podemos salir por ahí? - pregunto tímido jugando con la bolsa que tenía en la mano.

- Si - respondió con nerviosismo - ahora largate - y ahí estaba de nuevo si típico humor de perros.

- ¡Adiós! - se despidió feliz.

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One-shots (pedidos cerrados) !spainrp Donde viven las historias. Descúbrelo ahora