7. WITCH

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GENERO: Yangpanso¹

ADVERTENCIAS: Spoiler del libro El Mago de Oz, voltron crossover, fantasía.

La otra historia del Mago de Oz

Cuando abrí mis ojos, una luz los cegó al instante, provocando que, instintivamente, los cerrara para no dañar la retina hasta que se acostumbraron. Coloqué una mano en frente de mi rostro y, para acostumbrarme más rápido, abrí poco a poco mis ojos, parpadeando reiteradas veces, hasta que pude soportar tal cambio de luz.

De repente sentí una punzada en mi cabeza y lleve la mano, que por el momentos solo tapaba la luz de mi rostro, a ésta para, vanamente, a apaciguar el dolor. Chasqueé mi lengua y solté una maldición, esperando simplemente a que disminuyera el dolor.

Pasaron los minutos y el dolor fue cada vez más débil, resoplé con fuerza y me senté un poco antes de ver con claridad mi entorno.

Fruncí el ceño en confusión, inmediatamente, al ver por primera vez desde que me desperté, el lugar en el que me encontraba.

—¿Qué demonios?—Exclamé perdido, parándome en un saltó por el susto.

Había despertado a unos cuantos metros de la orilla de un lago cristalino, que brillaba tintineante por el reflejo de sol. El pasto era tan verde que parecía casi irreal y las extrañas flores que escaseaban por el lugar me hicieron pellizcarme más de una vez, para comprobar que estuviera dentro de un sueño.

—Tampoco sería de mucha ayuda—Hablé al aire, sin quitar mi expresión—; si estuviera en un sueño, no me pellizcaría a mí, sino a mi personaje.

Me miré por unos segundos notando que llevaba un absurdo traje de cuadros blancos y azules. Rodé los ojos fastidiado, al sentirme como en sombrero, sintiendo que todo esto se me hacía muy familiar.

Asustado y a la expectativa, me acerqué a la orilla del lago para ver mi rostro en el reflejo y con un gran alivio vi mi bello rostro cubano, con mis aburridos ojos azules tal como el día anterior, antes de todo esto.

Lo último que recuerdo es haber bebido un par de copas en un pequeño bar a las afueras de la ciudad con unos amigos y, de regreso a casa, leer El Mago de Oz un poco antes de acostarme en mi cama y dormir profundamente.

Era tan absurda esta situación que refunfuñé entre dientes y caminé por el lugar tratando de encontrar alguna respuesta. Crucé mis brazos molesto y, con unos ojos sorprendidos, unas extrañas criaturas se me acercaron a mí, con suma curiosidad.

—¡Oh gran hechicero! Bienvenido seas, al país de los munchikines— Miré algo raro a la mujer que habló entre ellos con un tono educado.

Eran pequeños y algo azulados, con unos trajes graciosos y sombreros puntiagudos. ¡Genial! Cómo si despertar en mitad de un lago no fuera lo suficientemente raro, pensé.

Los examiné un poco más y, al recordar sus palabras, abrí de par en par mis ojos y empecé a boquear con incredulidad.

—¿H-hechicero?—Pregunté en voz alta, tartamudeando con torpeza— Conseguí un asentimientos por parte de los intrusos- ¿M-munchikines?— Esta vez, mi voz salió como un delicado hijo quebradizo y, al igual que la pregunta anterior, asintieron en modo de respuesta.

Tenía que ser una maldita broma o un sueño. ¿Estar dentro de un libro? ¿Enserio? Es que, ni siquiera era posible, ¿O si? Ni siquiera comprendo el porqué precisamente esta, es decir, no es como si me hubiera gustado tanto. Podría haber despertado en Orgullo y Prejuicio o en Cumbres Borrascosas ¡Es más, incluso aceptaría Alicia en el país de las maravillas! Pero tenía que ser la novela que más me disgustó, ¿Verdad? ¡¿Quién mierdas bota las botas en medio del desierto?!

𝐊 𝐋 𝐀 𝐍 𝐂 𝐄 𝐓 𝐎 𝐁 𝐄 𝐑 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora