Capitulo 2: "La mujer de la recepción"

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Augusto Key

Con mucha dificultad logré llegar a tiempo al hospital. Queda muy alejado de mi casa y a la hora de tener alguna emergencia, se convertía en un verdadero problema. A paso apresurado bajé del coche y me dirigí hasta la entrada del mismo.

Llegué y me encontré con un guardia de seguridad, le saludé y pasé directo a la recepción. El hospital cada año se hacía mas enorme de lo que lo recordaba, por supuesto esa elegancia y gran porte que poseía el hospital no era solo de halagos y atenciones por parte de la comunidad Neoyorquina.

El hospital anualmente recibía una gran suma de dinero para el buen mantenimiento del mismo. Lo sé porque papá, como buen ciudadano siempre colaboraba amable y desinteresadamente con el mismo.

En fin, son cosas que debes hacer por el lugar en que vives. Y a papá le importaba mucho conservar su prestigio y su nombre por los cielos.

Me centro nuevamente en la realidad y a lo lejos identifico a una señora de aproximadamente cuarenta años, cabello rubio y corto a los hombros. Tenía lentes redondos y una cara de fastidio que me hacía temblar.

Me acerqué a ella y le saludé.

-Hola Señora…-me detengo unos segundos hasta que logré leer el nombre en su chaqueta- Leonor. Soy Augusto Key, mi esposa Sarah está aquí y vamos a tener familia.

-Si, ya se quién es usted- me contesto tajante. De inmediato sube la vista hasta mi mientras sigue tecleando en su computadora como si supiese el orden de las teclas con exactitud.

-Okay- ese “Okay” era para tratar de repasar mentalmente la actitud tan poco esperada de mi parte que tuvo esa señora conmigo- bien, ¿Dónde está mi esposa?
-Recién la transfieren al quirófano joven- deja de mirarme y se centra en su computador.

-gracias, voy a pasar a ver…- hago un ademan con la mano, pero antes de terminar de decir la oración ella me detuvo.

- ¿Cómo? ¿Usted se cree acaso el dueño de este hospital? Ahora yo estoy de guardia y solo yo-. se señala a sí misma mientras levantaba la voz alarmando a todas las personas que se encontraban esperando- yo decido quién pasa o no a ver a la paciente, ¿De acuerdo?

Al escuchar aquellas palabras me quedé un tanto- bastante estupefacto, y lo único que pude hacer fue verla con el ceño fruncido.
¿Quién diablos se creía para hablarme así?, ni siquiera me conoce, ni siquiera ha tratado alguna vez conmigo. Y si asi fuera, ella esta para trabajar, no para decidir quién pasa y quién no. Reúno paciencia dentro de mi ser todo rabioso y hablo:

-mire señora, he salido apresuradamente de mi trabajo, ¿Sí? Arriesgo hasta mi empleo con tan solo poder ver a mi hijo. Necesito verlo por favor señora, se lo ruego.

Ella alzó la vista de su computadora y me dijo- sus necesidades no son problema mío- bien, estaba a punto de colmarme la paciencia.

-señora- digo ya harto. Aprieto el puño bajo el recibidor para que no notase tanto la ira que llevaba por dentro.

-señor- me responde de igual manera

-se lo suplico, dígame ¿qué quiere para que me deje pasar a ver a mi esposa y mi hijo?

-ya más calmado decido optar por mi ultima salida. Rogar.

-nada- respondió tajante nuevamente.

-oh vamos señora Leonor, algo debe de querer. Todos quieren algo- le dije ya sintiendo el doble de enojo dentro de mí.

- ¡Nada! Ya le he dicho, usted no me cae nada bien…-bajó sus lentes a la altura de su nariz y me miró con una expresión de enojo extremo.

- ¿Mmm? - en mi sorpresa tan solo pude expresar ese sonido- pero, ¿Por qué motivo? -frunzo más apretado el ceño buscando algún motivo de resentimiento u odio hacia mí.

-bien, le explico- comenzó a hablar ella- mi esposo hace un mes fue a una entrevista de trabajo a su empresa, y por pura casualidad usted fue quien le atendió.

- ¿Y? - fue lo que logre decirle- muchas personas llegan a nuestras oficinas a solicitar empleo.

-usted lo trató de incompetente, un viejo decrepito y sin futuro, gracias a usted mi esposo se suicidó- soltó.

Yo, por mi parte me quedé como hecho de piedra, inmóvil. Lo único que pue decirle fue: -lo lamento mucho señor, la verdad jamás pensé que mis palabras hirientes lograran tanta tragedia. Pero juro que le pagaré como usted quiera. Lo juro.

Recuerdo bien a aquel hombre, bien parecido, ojos azules y un tanto canoso. Me recordaba a mi padre, tal vez por ese motivo lo traté como lo traté. Hacía poco había muerto y necesitábamos a alguien que tomara su lugar de asistente del director general. Este hombre se presentó, lo traté mal y se fue.

Le hice daño y ni siquiera me di cuenta.
Agacho a medias la cabeza mientras trato de reflexionar lo que le hice a ese pobre hombre.

Ella alzó la mirada, me miró fijamente como si tratase de descubrir algun rastro de falsedad en mis palabras. Y al no notarlo me dijo sin ánimos.

-mi hijo necesita empleo, hace tiempo que no tenemos dinero en casa, quisiera que usted le diera empleo a él, no obtendrá mi perdón, pero le dejaré ver a su esposa- me dijo desafiante y demandante, con la mirada algo resignada.

Yo recalculé por unos instantes y le dije.

-Está bien, le contrato, pero… ¿Ya puedo ir a ver a mi esposa?

Ella asintió no muy convencida y me dejó ir a la sala de urgencias.

Nota de autora:

Apenas pueda iré actualizando mi gente. Como ya saben perdi mi otra cuenta y estoy volviendo a actualizar mis capítulos y a mejorarlos.
Espero que les guste

Los amo mucho❤

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