《 • Capítulo Uno • 》

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Muchas veces lo que no se halla cuando se busca, sale al encuentro cuando no se busca.
Séneca

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— ¡Kagome! — Gritaba una voz femenina.
La muchacha se removió en la cama sin querer despertarse. — ¡Kagome, se hace tarde! — Volvió a gritar la misma voz de antes.

La azabache abrió uno de sus ojos y  dirigió su mirada al reloj que había en su mesa de noche, se levantó de un salto al ver la hora.

— ¡Mierda! ¡Voy a llegar tarde! — Gritó con desespero. — ¡Mamá!

La nombrada entró en la habitación de su hija, no se sorprendió al ver como su hija corría de un lado a otro buscando la ropa para alistarse.

— ¡¿Por qué no me despertaste?! — Preguntó a gran voz. En la frente de la mujer mayor se pudo presenciar una vena, se estaba enojando, el aura que rodeaba a la madre era espeluznante. — ¿Ma-Mamá...? — Dijo con miedo, podía sentir esa presencia fluir al rededor de su madre... Su instinto decía que corriera y eso fue lo que hizo, tomó con fuerza su mochila y corrió escaleras abajo.

— ¡Kagome! — La azabache no se detuvo, es más, sus pasos fueron en aumento.

|Ven... Ven conmigo... Eres mía.|

La azabache se detuvo abruptamente, movió su cabeza de un lado a otro buscaba la voz que había escuchado segundos atrás.

— ¿Será mi imaginación? — Se preguntó para sí misma.

|¡Kagome!|

La joven giró su cabeza a donde pensó que había provenido aquella voz, miró en silencio la pequeña choza que se encontraba serca del árbol sagrado... Un lugar al que ella y su hermano tenían prohibido entrar. Sin importarle, las incontables veces que su abuelo le había prohibido entrar, avanzó hacia esa pequeña choza. Cuando menos se dio cuenta, ya se encontraba en frente de la puerta de aquél lugar.

|Kagome... Te necesito.|

Aquella voz volvió a resonar en su cabeza, ella sintió una pequeña corriente eléctrica que había recorrido su espina dorsal.

— Kagome, se te hace tarde para ir a clases, ¿no? — Ella pego un brinco del susto al haber escuchado la voz de su abuelo. Giró lentamente y le sonrió con una de esas sonrisas que dicen, "yo no rompí ni un plato".

— Tienes razón, abuelo. Mejor me doy prisa, nos vemos. — Dijo la azabache para después salir corriendo hacia la salida del templo.

El abuelo observó la espalda de su nieta, veía como se alejaba cada vez más. Suspiró, se dio media vuelta y avanzó con pasos apresurados hasta la casa.

— ¿Qué sucede, abuelo? — Preguntó Sota al ver a su abuelo entrar apresurado.

— Sota, llama a tu mamá. — El joven de cabellos negros salió en busca de su madre. A los minutos él y su madre ya estaban en la cocina junto con el mayor.

— La está llamando. — Se limito a decir, la mujer y el joven abrieron los ojos desmesuradamente, ellos sabían lo que aquello significaba.

Profecía De Amor 《 Sesshomaru Y Kagome 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora