A veces en la vida nos toca estar en el lugar y momento equivocado, pero para un niño de 10 años que estaba fuera de su país natal, con la nueva familia de su padre, y siendo su padre un hombre duro con el que apenas lo toleraba, es comprensible que en algún momento se quebrara. Pero aun en esos momentos no hay mejor consuelo que el de la persona que más quieres en este mundo, y a falta de padres cariñosos, la vida le dio a Valerio Montesinos una media hermana sin igual.
- ¿Val? ¿Por qué lloras? – Lu sentándose a su lado rápidamente
- No pasa nada bonita- Val secándose las lágrimas y dándole la espalda a su media hermana preocupada.
- ¿Es por papa? –Lu
El chileno no contesto
- No hice nada esta vez, el perro rompió el jarrón... pero insiste en culparme –Val
- No le hagas caso – Val
- Eso intento, pero me llena de impotencia que me trate así... se supone que soy su hijo - Val
- No es por ti, en ese jarrón estaban las cenizas de la abuela – Lu
- No lo sabía, ahora todo tiene sentido –Val
- ¿Cómo entro el perro? – Lu
- Anastasia estaba limpiando en el jardín y olvido la puerta abierta, vi al perro acercarse y corrí a cerrarla, pero igual entro- Val
- ¿Y papa? - Lu
- Justo estaba pasando por la sala, vio cuando el jarrón cayó al suelo, yo estaba intentando atraparlo, pero como me vio cerca me echo la culpa y comenzó a sermonearme- Val
- ¿No te dejo explicarte? –Lu
- Ya lo conoces, ni bien culpe al perro comenzó a recriminarme "mis pecados de la semana", los enumero de memoria, solo para eso se acuerda de mi- Val
- Papa es así, voy a hablar con el – Lu
- No es necesario, se molestará más –Val
- Me subestimas cari – Lu
- Nunca, eres demasiado perfecta –Val embobado, desde que vio por primera vez a su media hermana quedo asombrado con ella, pero eran solo unos niños, pasaría mucho tiempo antes de que cayeran en cuenta de sus sentimientos.
- Espérame aquí –Lu dándole un besito en la mejilla y un fuerte abrazo, para luego dirigirse con paso triunfal al despacho de su padre para sacar cara por su dulce tormento.
