Un ribal a mi altura

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En uno de los días que quedamos Rin, Obito y yo, fuimos al otro lado de Konoha para que nadie nos molestara y aprovechando los elementos realizábamos pruebas cada vez más difíciles.

Yo siempre quedaba primero pero Obito nunca paraba de retame a lo que fuese, desde a retos del aguante con el chakra hasta combates físicos o con armas.

Estaba claro de que había algo que lo motivava, pero no sabia el qué. Me sorprendía mucho cuanto mejoraba cada día, pero todos los combates acababan igual.

Lo más interesante es que un chico de la escuela nos observaba durante nuestros combates y un día decidió plantarme cara.

Salio de entre los arbustos un chico de mi edad con unas pintas algo orteras y un peinado tan plano que parecía un casco.

Me desafío a un combate físico, sin armas y sin chakra.En principio no me interesaba, pero al oír ese reto no me pareció mala idea.

Rin controlaba el combate para debatir sobre quién era el vencedor en el reto, antes de empezar me extendió la mano como símbolo de respeto y desde ese momento le respeté, en casi todo.

Para empezar el combate puse la posición de defensa que me enseñó mi padre y el con un movimiento rápido cogió la mano izquierda y se la metió dentro del pantalón, y con la derecha me desafío.

Él era un chico que también era diferente de los demás, pero nunca le vi luchar contra nadie. Nos miramos durante unos segundos y en cuanto Rin dio la señal, entramos en combate.

Empecé con ataques básicos para examinar su estilo de lucha, pero el no se sacaba la mano del pantalón y yo me preguntaba ¿Por qué?

Al rato decidí atacar con más fuerza y rapidez, pero eran en vano, él los esquivava como si no fuera un desafío.

En cuyo caso ataqué con todas mis fuerzas y él con un simple movimiento me tumbó. Estaba aturdido en el suelo cuando el se acercó para rematar, pero le esquivé a tiempo.

Sus ataques y defensas me hacían dudar sobre el resultado de este combate y probé a seguir el consejo de mi padre: Piensa con la cabeza.

Así que esperé a tenerle donde quería y en cuanto se acercó lo suficiente salté de improbisto y le golpeé en la cara con mi cabeza.

Esta ventaja me dejó un camino abierto de posibilidades para vencer. Continúe con los ataques estratégicos en su cara hasta dejarle totalmente desorientado.

Pero subestime su resistencia, me dio una patada tan fuerte que me lanzó por el aire hasta dejarme cerca de un precipicio.

De un salto me levanté y él vino hacia mí, no se me ocurría nada y él estaba demasiado cansado como para golpear con rapidez.

Lo único que podía hacer era asestarle un golpe que resultase el final del combate, alcé mi puño derecho y el levantó el suyo, corrimos el uno contra el otro y conseguí golpearle.

Era fuerte y ágil pero no lo suficiente, y estando en el suelo Rin me declaró vencedor.

Le cogí para que pudiera levantarse y nada más hacerlo se hechó a llorar. Intenté consolarle y aunque dejó de llorar yo sabia que se sentía avergonzado por haber perdido.

Y cuando hibamos a irnos él me dijo:

-Kakashi Hatake, yo me llamo Maito Gai y espero que apruebes en el exámen de graduación-.

Y se fue corriendo tan rápido que parecía que no le afectó para nada el combate. Pero yo estaba cansadisimo.

La familia HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora