Capítulo 05

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Hace cinco años.

Un pequeño Jiang Cheng esperaba sentado en la banca de un parque cercano a la escuela a que su hermano saliera de detención en la escuela. Su hermana mayor se había adelantado para comprar algunas cosas en la tienda de conveniencia así que él se había quedado solo.
                                                                                                                                                
Aburrido hasta los huesos, Jiang Cheng solo pudo mirar a su alrededor en busca de algo interesante. Por desgracia, todos los que pasaban por aquí a estas horas ya debían estar en casa y no había mucho para ver.

En lo que soltaba un suspiro, un niño que no estaba tan lejos de su posición entró en su campo de visión. 

Este niño no era muy alto, vestía ropas claras y lucía como un apuesto joven maestro de una casa rica. Caminaba con la vista perdida en el frente; su paso no era rápido, pero tampoco era lento. Jiang Cheng pensó que se asemejaba a un pequeño robot.

Este niño se fue acercando cada vez más al filo de la acera tan descuidadamente que terminó tropezando y cayendo en un agujero de tierra que alguien habría dejado para plantar arbustos al día siguiente. No era un agujero muy profundo así que la posibilidad de que la caída fuera grave era mínima, pero si que debió haber dolido.

Jiang Cheng negó con la cabeza y su atención se fue a otro lado para darle algo de cara al pobre desafortunado. Pasando unos minutos, su vista volvió al mismo lugar. El desconcierto en su rostro.

El niño seguía ahí, en el suelo.

Un pequeño conflicto surgió en la pequeña cabeza de Jiang Cheng, pero no lo pensó demasiado y al final decidió acercarse. El niño se encontraba de espaldas; sentado de rodillas y con las palmas sobre la tierra, su cabeza encogida mirando al suelo.

Jiang Cheng, quién se sentía bastante curioso por la aparente inamovilidad del niño, se agachó y le preguntó en voz alta: "¿No puedes levantarte?"

Esto tomó por sorpresa al niño y levantó el rostro tan pronto escuchó su voz. Al darse la vuelta, se topó con los claros ojos de Jiang Cheng mirándolo fijamente. Como si estuviera planteándose la pregunta, le tomó unos segundos para responder en voz baja: "Yo puedo."  Su mirada apuntando de nuevo al suelo mientras se ponía de pie y sacudía sus pantalones.

La ropa clara e impecable ya no lucía tan clara e impecable, y el niño se veía un poco... lamentable. Jiang Cheng podía ver heridas en sus palmas, rozando sin piedad contra la ropa que trataba de limpiar. Sus cejas se fruncieron.

"¿No te duele?"

".... Está bien." El niño mostró una... ¿Sonrisa? ¿Era eso una sonrisa? Era tan rara...

Jiang Cheng entrecerró los ojos, molesto ante la evidente mentira. "Estás mintiendo."

Los movimientos del niño se detuvieron. Por alguna razón, sus mejillas empezaron a enrojecer. Por un momento parecía ofendido, pero la emoción en su rostro despareció antes de que pudiera reconocerse como tal. No respondió y continuó la tarea de seguir limpiando.

Los ojos de Jiang Cheng rodaron. Una idea pasó por su mente y sacó la mochila de su espalda y buscó entre sus cosas. Recordó que tenía unas cuantas curitas producto de las tantas caídas diarias de Wei Ying y afortunadamente, seguían ahí. Sin pedir permiso, tomó las manos del niño una por una y con cuidado, colocó las curitas sobre las heridas.

Los ojos del niño estaban sobre Jiang Cheng, él lo sabía. Pero decidió ignorarlo.

Cuando terminó, en un tono malhumorado le dijo: "Con esto no dolerá, pero deberías volver rápido a casa y limpiar todos los rasguños."

Solo necesito un respiro | Xicheng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora