Capítulo XXXIV: En el Abismo

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 "Este capítulo contiene rated Mature por contenido sexual y desnudez. Tengan en cuenta, amigos, que esto es una escena de amor apasionado, fiel al momento que ellas se han estado construyendo, y como se trata de una novela épica, no esperen que las escenas de sexo demasiado explicitas."
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Lauren, por favor, hazme el amor.

Oír esas palabras haciéndose eco en su mente desde la única persona de quien realmente quería oírlas fue una experiencia casi trascendente para Lauren mientras todo su cuerpo se estremecía y rodaba dentro de una ola de caos físico y emocional, tocando cada parte de ella, cada pulgada hormigueando y doliendo. Se apartó instantáneamente de los labios calientes de su princesa hambrienta de besos y miró el furioso mas de chocolate que ardía en los ojos de Camila.

"¿Estás segura de que es lo que quieres, Camila?" Le preguntó en voz baja, con la voz entrecortada y ronca de deseo. "Esto puede esperar si estás, de alguna manera, insegura."

Camila tragó saliva, presionando para bajar el nudo en su garganta, y asintió con la cabeza antes de susurrar a su amor. "¿Es esto lo que tú quieres, Lauren? ¿MMe quieres?" El corazón de Lauren se apretó fuertemente en su pecho mientras la bruja notaba la pizca de la inseguridad en la voz de Camila. La morena era tan tierna, tan maravillosamente inocente y Lauren sólo deseaba tranquilizarla, darle el amor y la honestidad que se merecía por encima de todo.

Los ojos de Lauren se suavizaron, el verde se deslizaba nuevamente en las piscinas ennegrecidas, mientras tomaba en una palma la mejilla de Camila y asentía. "Camila, nunca he querido a nadie como te he querido, como te seguiré queriendo, y como siempre te querré. " Ambas mujeres temblaron bajo el peso de las palabras, sus cuerpos ardieron más brillantes y más calientes que nunca.

"Y no t—te molesta que yo soy, que yo nunca he..." Camila no podía pensar cómo poner voz a sus silenciosas preocupaciones, y cada vez que lo intentaba, sus palabras sólo se enredaban en su garganta, sus mejillas tenían un rubor carmesí brillante mientras esperaba Lauren entendiera todo lo que ella no se atrevía a decir.

Lauren le sonrió suavemente a la princesa, adoraba los momentos de timidez que a veces, aunque raramente, se escapaban de las otras veces valiente y confiada compostura de Camila. Estas visiones eran sólo para Lauren, y la bruja las abrigaba mucho, apreciando cada lado de Camila, la luz y la oscuridad, la esperanza y la desesperanza, la alegría y el dolor, y el valor y el temor. No la tendría de otra manera. Su complejidad era puramente bella, puramente maravillosa y sólo hacia que la bruja la quisiera y amara más.

"Camila, tu inocencia es preciosa y hermosa, y es tuya para darla cuando quieras," le dijo Lauren, haciendo hincapié en sus palabras ya que quería que la princesa estuviera segura al oírla, que entendiera que nada ni nadie podrían tomar de ella lo que ella no hiciera o no diera libremente. "Y si soy yo a quien decides darle esto, entonces Camila, debes saber, mi amor, que no hay mayor honor que me pudieras ofrecer. Tú eres un regalo. Tu cuerpo es un regalo, y lo apreciaré como te aprecio a ti. ¿Entiendes?"

La princesa sólo asintió con comprensión, las lágrimas resbalaron de sus todavía ardientes ojos chocolates. Ella nunca había amado a Lauren más que en ese momento, cuando esta impresionante mujer le ofrecía más que afecto físico, más que la experiencia sexual, más que el simple amor. Ella le ofrecía su respeto, un respeto verdaderamente profundo y eterno, del tipo que viene del alma, de esos que se siente en cada parte de ti, y Camila ciertamente lo sintió. Estaba total y absolutamente fascinada por eso.

La Princesa Y La Prisionera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora