III

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Perdida en el deseo, extraviada en el mar de deseo que me asola, desfallezco, completamente sola, postrada, subyugada bajo el pie de la fantasía. El deseo me consume, y así, agonizando, sin poder realizarlo, me cerceno ebria en sus llamas inagotables. Siento, siento, puedo sentir la fuerza pujante de una mujer invisible, indefinible, cuyo rostro no llego a ver, cuya presencia no puedo asir, que se encubre entre las sombras, entre sensaciones y recuerdos fluctuantes. Puedo sentir a esta fuerza errante atravesarme, su poder, sobrehumano, sobre mí, el imposible, el absoluto, y me quiebro… y me desangro en la nada… mis manos se abren hacia el vacío, convulsionando en esta pasión silenciosa. Puramente mujer, puramente mujer me experimento en la soledad más drástica de todas: soy arrojada, así, frágil e indefensa, delicada y suave, a las fauces de una fantasía tronante y distorsionada.

Escritos lésbicos delirantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora