Noche 1

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En la noche, Aurora verificó que todos ya estábamos en los cuartos, apagó la luz y se acostó. En un rato antes de dormirme, me acuerdo que debo tomar agua antes de dormir. Me levanto suavemente de la cama y me acerco a la puerta que estaba abierta...
Este era el mejor corte comercial y había que volver a la programación habitual.
Al acercarme a la puerta siento golpes en las paredes, yo no retrocedí y en ese momento unas manos frías, ásperas y apestosas comienzan a acariciarme bruscamente el cuello y la cara. Empecé a sentirme mal, me dolía la cabeza y comencé a tener taticardias. En un instante las manos desaparecieron, yo me quedé paralizado, no me podía mover y empecé a pensar que nosotros no estábamos solos en el Instituto. Algo lo suficientemente terrorífico para desconcertarme estaba con nosotros en ese cuarto. Pensé en dar la vuelta y acostarme , pero antes de pensarlo dos veces, en el otro cuarto Amelia y Pilar empiezan a gritar. La tutora se levanta rápidamente y corre hacia el otro cuarto, la puerta estaba trabada y no podía entrar. Por suerte me pude mover y la ayudé a abrir la puerta, esta sedió y logramos entrar. Al entrar y encender la luz nos encontramos a José y Andrés en una esquina con la mirada perdida, como si se hubiesen drogado y la tutora se centró en ellos. Al parecer ella había olvidado de quien eran los gritos, yo me acerqué a la cama de Amelia y tenía mordidas sangrientas por todas partes y Pilar estaba convulcionando. Llamamos a una ambulancia y no tardaron en llevarse a Pilar, lo de ella parecía un ataque de epilexia; pero lo de Amelia era más distinto, la profesora nos dio un botiquín a Daniela y a mi para sanar las mordidas que tenía Amelia mientras ella buscaba una explicación para lo de José y Andrés. Amelia estaba llorando y ensangrentada, yo no quería curar sus heridas pero si no lo hacía ella moriría; tenía mordidas en la cara, en los brazos, en el abdomen y en las piernas. Mordidas que tenían un olor a pescado podrido o a otro tipo de putrefacción que no se dicipaba. En ellas había una especie de materia o pus verde que era una fuente de infección, yo estaba muy asustados, las piernas me temblaban, no quería que me sucediera lo mismo y sólo era la primera noche

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