Capítulo 2

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"Life is a word that sometimes you cannot say

And ash is a thing that someday we all should be,
When tomorrow comes,
How different it's gonna be?

Why do love and hate sound just the same to me?"

La ventana se volvió mi foco de atención mientras el maestro hablaba y hablaba.
De repente me invadieron unas ganas de correr, y la vieja y conocida sensación de pánico se apodero de mí en un parpadeo.
Comencé a respirar tratando de calmarme, mientras apretaba los puños y mi cuerpo se entumecía.

Esto no es real, respira, nada puede hacerte daño.

Solté un jadeo inaudible mientras miles de lágrimas se escapaban de mis ojos y mis mejillas se volvían rojas. No quería llorar a la mitad de la clase, pero me estaba traicionando yo misma y era arrastrada por las emociones.

Estabas bien hasta que la viste, ¿Porque le sigues permitiendo que juegue así contigo?

Tome el bolígrafo y comencé a hacer pequeños dibujos para despejarme, me dejaba llevar por las lineas en la hoja mientras sentía como mi pecho se volvía un poco más liviano.

El timbre del receso sonó y me levanté rápidamente, tomando mis cosas y saliendo de allí, garabatee una nota y se la entregué al profesor, argumentando que no me sentía bien y por eso iba a retirarme temprano, el maestro era un hombre amable, y acepto casi de inmediato el dejarme marchar.

Caminaba por las grandes calles de Tokyo en silencio, pero aturdida por mi propia cabeza, solo quería llegar a casa y tomar una ducha, comer e irme a dormir.

Estaba a la mitad de mi camino cuando una mano tiro de mi justo antes de cruzar la calle, segundos después note la señal roja en el semáforo, me sonroje ante mi torpeza y me giré para agradecerle a la persona que me había detenido. 

Mi corazón saltó y me aparte como si hubiera visto un fantasma.

-Siempre fuiste muy distraída al cruzar las calles...

Una sensación de cólera me invadió, me giré, cruzando la calle sin siquiera mirar, corrí alejándome del lugar con los ojos empapados en lágrimas. Abrí la puerta de mi apartamento y entré, cerrándola con seguro mientras me derrumbaba allí. 

¿Cómo era posible amar y odiar a alguien con la misma intensidad?

Encendí la ducha quitándome la ropa luego de cubrir el gran espejo de cuerpo entero que se encontraba en el baño, nunca tenía el valor de verme desnuda, no soportaba ver las marcas en mi piel, no podía ver todo aquello que me hacía tan imperfecta. Me puse ropa cómoda luego de ducharme y me dirigí a la habitación vacía en el apartamento, esa misma que usaba como mi pequeño estudio de pintura.

Destapé el cuadro a medio terminar, un paisaje nocturno de la gran ciudad que se encontraba cruzando mis grandes ventanas había comenzado a tomar forma en el lienzo frente a mi. Me amarré el cabello y me coloque los auriculares, continuando mi trabajo, dejando todos mis sentimientos y pensamientos de lado, al menos algunas horas.


ᵀᵒᵏʸᵒ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora