Seis.

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Capítulo siete. -

❝De familia y algo más.❞

El cielo lloró esa noche, con oscuras nubes grises e histéricos relámpagos cayendo en el reluciente hotel de cinco estrellas en dónde todos los mafiosos mas conocidos se hospedaban. Valentín era uno de ellos, el señor Oliva se encontraba ahí, en una de las habitaciones mientras su respiración subía y bajaba con fuerza, apretando la mandíbula y cerrando los puños hasta volverlos blancos.

Se había quitado su impecable saco negro y había quedado solo en la camisa blanca, con algunos botones abiertos y la corbata retorcida. Se encontraba sentado en el sillón de respaldo alto, con las piernas abiertas mientras miraba sin pestañear a Adalia.

Su querida Adalia...

Nótese el sarcasmo.

— Ya se calmó un poco, pero sigue insistiendo.—Habló al fin ella, con un ligero temblor en la mano mientras peinaba sus pelos hacía atrás, caminaba de un lado a otro, haciendo resonar los tacos de su calzado en el piso de madera.—Y-yo...

— ¿Ah, en serio?—La boca del castaño se abrió con fingida sorpresa, pero sin una pizca de gracia, seco y tosco, porque estaba enojado, muy enojado, tanto que esa palabra ni siquiera describía lo que sentía Valentín.

Se paró de su silla y haciéndose sonar el cuello con un movimiento de cabeza se acercó a pasos fuertes a Adalia, la miró con esos ojos azules, intenso, una mezcla de "yo te dije" y "arregla esto o..." brillaba ahí adentro, sus manos se entrelazaron atrás de su espalda y se enderezó, alzando el mentón para mirarla exigente.

— Si tu hermano no se va para mañana a la mañana, le vuelo la cabeza Adalia.—Habló firme, ordenándole con un movimiento de cabeza que se vaya a arreglar el lío que ese ser lleno de veneno había armado hace más de tres horas.

— No.—Dijo firme, negando con la cabeza y alejándose tambaleante hasta la mesa de roble que había en la habitación.—Es mi hermano, no puedo hacerle eso.

— Tu hermano es un infeliz ¿Vos entendes lo que acaba de pasar recién? ¿O no te funciona el cerebro, princesa? Y agradece a que pude calmar un poco la cosa, porque sino esta hubiese sido la hora en donde tu hermano está flotando por un río.—Habló seco, con los dientes apretados.

Estaba tenso, se notaba en la forma de sus hombros y en los músculos de su mandíbula, se veía frustrado y algo estresado por haber tenido que hacer un trato con Dmitry, con el mismo Dmitry que el hermano de Adalia había intentado matar.

Y mierda. El joven ruso Dmitry era una piedra en los zapatos, sabía como jugar, como apretar y en dónde, Valentín nunca quiso hacer negocios con él por la misma razón de que cuando entrabas al juego con Dmitry, las aguas se volvían más turbias, opacas y oscuras, se manchaba de sangre y ganabas mas enemigos que amigos. Era una completa mierda lo que acababa de pasar.

El ojiazul todavía no sabe como fue capaz de defender al hermano de Adalia, aunque un poco sí, cuando vio el temblequeo de ella y la palidez de su cara, cuando la vio con los ojos húmedos al ver a su hermano con un arma en la cabeza, algo dentro de él se removió inquieto al verla débil, vulnerable, y supo que tenía que actuar.

Entonces ahí se encontraba, en una habitación de hotel, en dónde el silencio susurraba en el oído de Valentín los problemas que iba a traer haber hecho trato con Dmitry, que los negocios que iba a tener que manejar se iban a volver mas ofuscados.

Imperio Salvaje ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora