Capítulo 2

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«La mitad del mundo no puede comprender los placeres
de la otra mitad»

Jane Austen.


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Antoine Bourdeu

—¡Auxilio por favor! —grito de nuevo, he durado varias horas pidiendo ayuda, pero nadie me escucha y ya me estoy quedando sin voz—. Por favor...

Me desperté con una punzada muy fuerte en la parte trasera de mi cuello, me di cuenta que estoy amarrado a una silla de brazos y piernas, en un lugar muy frío.

El cuarto es demasiado oscuro, y no sé dónde carajos estoy. Lo único que distingo a mi alrededor es una puerta y algunas cosas, como sillas o mesas, pero están destruidas.

No tiene ventanas el lugar y la única luz que se ve, es la que sale debajo de la puerta, eso está empezando a desesperarme.

«¿Me matarán?»

¡S'il te plait, je te donnerai de l'argent! —grito con más fuerza y me dan escalofríos cuando escucho pasos cerca.

—Le hubieras cosido la boca —distingo la voz de una mujer al otro lado de la puerta, suena demasiado molesta.

—No pensé que despertaría —la voz de un hombre le responde riéndose en voz baja.

—Lo hubiera matado para que no hiciera tanto ruido —la misma voz de la chica, pero suena más tranquila.

Espera... ¿Q-qué?

Trato de zafarme de los amarres pero es un esfuerzo muy inútil.

Mierda, mierda, mierda.

Escucho como la puerta se abre y mis ojos se dirigen hacía los dos chicos que entraron.

—¿Podrías callarte? son las dos de la mañana —un chico de pelo blanco reniega sosteniendo su cabeza somnoliento.

—¿Eh?... —es el único sonido que emito.

—No te haremos daño, solo necesitamos silencio y te contaremos tu propósito aquí, sí no te callas, será a las malas —mis ojos se abren demasiado al saber quién es la mujer que estaba hablando del otro lado.

Su cabello es igual de blanco como él del chico, pero es corto un poco más arriba de sus hombros, sus ojos son grises... No, ¡Son blancos!

Sus rostros son parecidos, pero los ojos de él chico son cafés. Me pregunto si son hermanos o algo por el estilo, debo admitir que la chica llama mucho la atención, pero genera bastante miedo.

Tiene la mirada fija sobre mi y hace que me estremezca en mi puesto.

—¿Qué quieren de mi? ¿Dinero? Tengo mucho...

—No necesitamos de tu basura —habla él chico, es muy alto y su cuerpo está demasiado tonificado.

El de la chica es igual, se ve... observo un poco más su cuerpo con más atención y parece que podría lanzarme con sus brazos.

RÉALITÉ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora