Un día lluvioso en un callejón, dos jóvenes caminando hacia la misma dirección, la convivencia entre estos no es muy buena, deberán dejar de lado sus indiferencias si quieren salir intactos de esa lluvia.
Book Cover: @versacegrl
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❝Capítulo 8❞
➵Miércoles 01 de Julio | Dos meses antes
La castaña llega a casa, con la mente en blanco, la idea de escaparse no se iba de su cabeza, esta decidida a escapar pero no podía hacerlo en horas de estudio porque afectaría su reputación, pero tampoco en horas fuera de clase porque está supervisada, no había manera de hacerlo, ¿Cómo lo haría?
Ansley ni siquiera se da cuenta de que su abuela la espera con los brazos abiertos, esta la ignora por subir a prisa a su habitación, cierra la puerta de un aventón que seguro se escuchó por toda la mansión, se tira a su cama, frustrada, debía planear todo muy bien y eso implicaría días para que todo saliera a la perfección.
Busca un lindo atuendo para estar presentable hacia su compañero, pero, ¿por qué justo debía estar decente para él?, ¿Por qué justamente se quería ver linda cuando él llegaría y no cuando viene Riley? No es que estuviera enamorada, se convencía a sí misma de que no lo estaba, el amor solo es una distracción hacia tus responsabilidades.
Después de comer, la castaña comienza a sentirse algo incómoda con el vestido que traía puesto. Sus clases de piano fueron canceladas por el trabajo que debía hacer con su compañero, el cual tardaba en llegar, a punto de la desesperación, comenzó a quitarse el vestido, cuando escucha leves golpes en la puerta de su habitación.
—¡Ahora voy! —dice y vuelve a bajar su vestido, desliza las palmas de sus manos sobre él, descendiendo, para plancharlo un poco, hace su cabello hacia atrás y abre cuidadosamente la puerta—.
—Tu compañero está aquí, si necesitan algo bajen.
La castaña asiente y mira algo raro al castaño, quien hace lo mismo, ninguno de los dos se entienden, Ansley sube primero, guiando a su compañero hasta el sitio de trabajo, una vez adentro, este deja cuidadosamente su mochila sobre la silla del escritorio.
—Tu casa es muy linda —el castaño trata de sonar amable, aunque quiera salir corriendo de ahí—.
—No es que me importe —responde la castaña con la vista fija en su ventana—. Es broma, gracias, supongo.
El castaño suelta una risa y se acomoda en una silla, sacando sus apuntes.
—¿Por dónde empezaremos? —pregunta la castaña, acomodando las hojas—.
—¿Por el principio? Quizás… —el castaño dice y Ansley voltea los ojos—.
—En ocasiones eres insoportable.
—Es mi don —el castaño eleva sus hombros—.
—Se que dices que no es mi asunto, pero, ¿Qué es lo que te pasa en los brazos? —la castaña se inclina un poco hacia atrás—.
—Eres muy observadora, por lo que puedo ver —desvía su mirada y recorre la silla—.
—¿Me vas a decir o no? —suena curiosa—.
—Quizá, o talvez no —sonríe de lado y comienza a jugar con la silla—.
—Como sea — esta le lanza una almohada, el castaño casi cae de la silla—.
