Parte 18.

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—¿Te quedarás? No es como si hubieses faltado poco. —Jungkook lo miró, incrédulo. —¿Qué miras?

—Ayer dijiste que veías una supuesta luz blanca, que sentías tu cuerpo pesar, pero hoy estás bien. —bromeó, ocasionando que el mayor fingiera estar enojado. Tal vez un poco, pero no pasaba de ser una tontería. —¿Estás mejor, Tae?

—Umh, sí. Me siento mejor después de descansar, no mentí en esa parte. —se detuvo, debía escoger sus palabras con cuidado porque no quería preocupar a su novio. —Solo que aún no me recupero. ¿Puedo volver a casa? ¿Le dijiste a mamá de esto?

—Claro que no. —ayer había pensado si sería buena idea contarle lo que sospechaba sobre lo sucedido, aquello solo eran especulaciones pero él afirmaba estar seguro. —Yo hablaré con ella.

—¿Por qué? Ella debe saber algunos remedios, la escuché hablar con la abuela sobre una medicina que era para su "caso".

—El señor Kim nos ayudará, ¿vale? —el peligris asintió y abrazó a Jungkook antes de que se fuera. Soltó una risita cuando el menor pasó sus labios por su cuello. —Vendré mas tarde. Te amo. —y salió del dormitorio.

Taehyung se sintió un poco triste al estar solo en una casa tan enorme, pero era caso igual que antes. Trató de pensar en lo que hacía antes de que Jungkook y él fueran novios.

Básicamente su día se basaba en despertarse, bañarse, comer, ir a la universidad, estudiar, regresar a casa y comer solo -porque Jungkook no estaba mucho tiempo en la vivienda y "sus padres" llegaban a la hora de cenar. Luego de hacer las tareas veía un poco de televisión o cogía el móvil, y cuando llegaba la noche cepillaba sus dientes para luego dormir.

Todos sus días eran casi iguales. ¿Eran tan malo ser adoptado? Pensó en Jimin por supuesto, él no corrió con la misma ¿suerte? Lo cierto es que no sabía si era bueno ahora, de cualquier modo, él agradeció el bendito día en que le dijeron que tendría un hogar, se sintió triste por Park.

Pasó muchos años viviendo solamente con sus padres adoptivos, hasta que un día de la nada llegó un pelinegro a su vida. Él ya tenía algunos años, alrededor de siete u ocho años. En ese momento se pregunto por qué lo habían llevado hasta aquella casa si tenían un hijo.

Claro que pensó en preguntar, pero a veces sentía una aura extraño con la señora Jeon y su hijo, era como si deseara que no viviera ahí y que no volviera por ningún motivo.

Al comienzo se llevaron bien y el mayor comenzó a sentir algunos sentimientos y muchas veces no sabía qué eran. Luego y tan de pronto como pasó él se fue por tres años y medio.

Taehyung tuvo miedo, por ello evitaba el contacto con los demás ya que no quería que su corazón doliera de nuevo.

Jungkook regresó en el verano, sin embargo parecía odiar a Taehyung y eso claramente lo confundió. Quería no creerlo, pero había escuchado a sus compañeras hablar sobre sus parejas y sobre lo que sentían, él pensó que era una falacia, que eso no le pasaría a él y menos por una persona que ni siquiera le volteaba a ver.

Siempre se preguntó adónde se lo llevaron y por qué, dichas preguntas no fuerom contestadas por nadie y tuvo que conformarse con eso.

Su cumpleaños número dieciséis fue un día especial, y no precisamente por cumplir un año más. Debido a que no socializó con sus compañeros ni se esforzó por ello, no invitó a nadie y fue aún más triste que ninguno de los pocos presentes lo estaba disfrutando.

Bajaron pequeñas lágrimas y cuando llegaron a sus labios pudo experimentar -otra vez- lo salados que sabían.

—¿No crees que ya es tarde? —Taehyung se asustó al notar la presencia de Jungkook. La verdad era que se había quedado viendo vídeos se Youtube que le hicieran subir el ánimo y que lo alejaran de su mundo. 

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