Podemos hablar?

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 Esta historia comienza el día en que Beatriz cena con Daniel Valencia. 

Están afuera de Bon Terra y don Armando está frente a ella, sus manos a cada lado de su cuerpo, sin tocarla pero encerrandola. 

Betty se siente inundada de rabia, primero esa cena incómoda con Daniel Valencia y ahora don Armando que no la deja en paz. Se ha acercado después de decirle que su problema es que no se la puede sacar del corazón, pero ella sólo puede girar la cabeza y tratar de contener la respiración para no seguir percibiendo el aroma que inequívocamente siempre asociará con él.

Toda la situación la abruma;  este hombre, tan cerca pero tan lejos, tan atractivo y a la vez tan repulsivo; en su cabeza el cansancio, la incomodidad, los nervios y la rabia. Percibe las lágrimas amenazando caer y aprieta los dientes y cierra los ojos con fuerza para evitarlo. Pero es en vano, porque don Armando sigue demasiado cerca, y una vez que una lágrima cae, las demás la siguen sin que ella pueda pronunciar una sola palabra. Llora en silencio, sin mover la cabeza ni abrir los ojos, sintiendo que su cuerpo tiembla tanto que las rodillas quieren dejar de sostenerla.

Don Armando la sostiene de los codos con fuerza, acercándola a su pecho. Es ahí cuando Betty reacciona y lo empuja, intentando alejarlo, intentando irse aún con la vista borrosa por tantas lágrimas.

Beatriz! - se coloca nuevamente delante de ella, que ahora sí se rinde y se apoya en su pecho, mientras el cuerpo se le sigue sacudiendo en sollozos silenciosos.

Armando se siente impotente, más desgraciado y canalla que nunca en su vida, y sólo atina a conducirla hasta su propio auto, estacionado frente a Bon Terra, para que ella pueda al menos sentarse, calmarse  y no corra el riesgo de que cualquier chismosa (como Mónica Agudelo) la vea en esas circunstancias. Le importa sobre todo por ella, que le ha pedido hace apenas unos instantes que se fuera para evitar problemas con Marcela, le importa que no haya chismes ni habladurías sobre "la nueva presidente de Ecomoda, una desconocida, una mujer de origen humilde". 

Betty se deja conducir dócilmente, trastabillando como es habitual en ella al bajar las escaleras del restaurante, hasta el carro de su ex-jefe. 

Él se sienta en el lugar del conductor y se gira hacia ella, que está encorvada en el asiento con las manos sobre el rostro, todavía sollozando.

Beatriz...-susurra con dulzura - Betty, por favor.

Betty lo mira unos segundos a través de las lágrimas y se sorprende al notar que él también está llorando. 

Intenta respirar profundo, hasta que su respiración se normaliza un poco y puede acomodarse mejor en el asiento. En ese instante toma conciencia de dónde está, ella conoce perfectamente ese carro.

Armando nota su confusión y se da cuenta también del cansancio que la ha sumido en ese llanto desconsolado e histérico. Entiende en ese momento lo difícil que es para ella toda esta situación: presidente forzada de una empresa donde la han insultado en el pasado y lo siguen haciendo en el presente, impidiéndole realizar el trabajo que necesitan que haga, sin un sólo verdadero reconocimiento sino recordándole a cada momento los errores cometidos y el hecho de haber sido elegida por necesidad. Y él, el hombre que la destruyó, pasándole por las narices su reconciliación con Marcela, acusándola de conspirar con Daniel Valencia, tratando a cada momento de demostrarle algo que ella no puede creer porque su experiencia de vida y las pruebas en contra son demasiado contundentes.

Doc-doctor-susurra ella, su voz rasposa por el llanto- lo siento...estoy tan cansada- finaliza casi sin fuerzas mientras con los dedos se limpia las últimas lágrimas. 

A Armando le cuesta hablar, tiene un nudo en la garganta que siente tan grande que podría ocuparle el pecho entero.

Yo-yo lo siento, Beatriz - pronuncia por fin - Lo siento de verdad.

Él extiende su mano y la coloca sobre la de ella que reposa en su regazo.

Podemos hablar, por favor? - le pide, su mirada suplicante. 

Betty lo observa en silencio, notando los ojos rojos de llanto y los hombros caídos, tan derrotado como no lo vio siquiera en aquella nefasta junta directiva. 

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Hasta aquí la historia, estoy ya trabajando en la continuación. Se agradecen todo tipo de críticas y comentarios. 


La noche que pudimos hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora