La Sombra Escarlata - (ATEEZ Y TÚ)

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Era noche cerrada, una inmensa oscuridad abarcaba el pequeño habitáculo el cual hacía función de dormitorio, podían divisarse los bordes del escaso mobiliario y una figura pequeña sentada en una esquina, podían apreciarse sutiles movimientos, ligeros escalofríos que recorrían el cuerpo de la menor, producidos por el remolino de agobiantes sensaciones que la atormentaban, el frío, el miedo, el hambre y el dolor, por aquellos golpes ocasionados por su propio progenitor, pero aquella situación siempre fue una rutina. Era bien sabido que aquel hombre siempre llegaba ebrio y apestando a alcohol, y la pequeña siempre acaba perjudicada con la mínima cosa que hiciera y esa no fue la excepción, aquel día nada más llegar a la vivienda ambos progenitores iniciaron una de las muchas discusiones que habían tenido desde que _______ tenía uso de razón, hasta que los gritos repentinos la asustaron causando que tirara el vaso de agua que llevaba entre sus manos, con eso bastó para que aquel hombre la encerrara en su habitación, no sin antes recordarle entre golpe y golpe el error que era en su vida y el odio que le tenía, pero no era nada nuevo que la menor no hubiese escuchado ya con anterioridad.

Un chirrido sobresaltó a la menor, temiéndose que su progenitor volviera a lastimarla, pero no, ese no fue el caso, entonces la cálida luz del pasillo se coló a través de la rendija que dejaba la puerta entreabierta, _________ se cubrió los ojos con sus manos ya que le resultó algo molesta la repentina luminosidad. Una esbelta figura femenina ingresó en su habitación.

– Mi niña... – musitó con una voz dulce y reconfortante, la pequeña no dudó ni un instante en levantarse y aferrarse en un desesperado abrazo a la figura de su madre – Mi ______, lo siento tanto.

Su madre correspondió al abrazo de su pequeña niña y acarició los suaves cabellos oscuros de esta con suma delicadeza, transmitiendo tranquilidad y calma, a pesar del gran sentimiento de culpa por la gran incapacidad de no protegerla ante tales situaciones y de los constantes maltratos.

– Mamá – la voz de la menor sonó quebradiza y entrecortada de aquellos pálidos y agrietados labios, alzó su cabeza y aquellos brillantes ojos oscuros se fijaron en los de su progenitora, aquellos orbes manifestaban todo el dolor y toda la tristeza contenida, aquella mirada de su querida niña siempre le rompía el alma, una pequeña de su edad debería rebosar alegría y las típicas inquietudes de los niños de 8 años como la fascinación por un juguete nuevo o un buen día en el colegio.

– Vamos a curarte esos golpes y vayamos a la cocina para que comas un poco... – respondió la mujer con cariño y no dudó en cargar a la menor entre sus brazos, la pequeña _____ tenía una figura endeble y escuálida debido a los constantes castigo y privación de comida por lo que su apariencia se asemejaba a la de una muñeca que podría romperse en mil pedazos.

La mayor abandonó aquel dormitorio con el máximo sigilo que pudo para no hacer ningún ruido y bajó las escaleras del mismo modo, aunque sabía que su marido no despertaría hasta la mañana siguiente debido al gran estado de ebriedad con el que regresó a casa, pero de todas formas no quería arriesgarse a que despertara. Dejó a su pequeña en una de las sillas de la cocina y apartó los cabellos del rostro de _____ con sumo cuidado, no era muy difícil vislumbrar aquellos moretones de la piel morena de la menor la cual expresó un poco de disgusto con una mueca cuando apartó su cabello y rozó su piel. Su progenitora comenzó a tratar aquellos golpes.

– Sé que molesta un poquito, pero eres muy fuerte – hablaba tratando de reconfortar y acallar los hipidos y quejidos de dolor de la pequeña – Listo, hice un poco de sopa... –habló con una sonrisa y sirvió un cuenco a la pequeña pero esta solo miró fijamente a su progenitora y acto seguido cogió una gasa limpia con las que su madre le había tratado los moretones, levantó las mangas del jersey que llevaba puesto la mayor con torpeza y limpia las múltiples heridas que la contraria tenía.