"Fragancia"
P.O.V Alexander MooreNo sé decir en que momento mi vida había cambiado, de haberlo tenido todo a este momento, en que la nada hacia agujeros en mi alma. Toda la bondad y la forma en la que veía el mundo habían sido su plantadas por el frío y el rencor.
Me miré al espejo detalladamente, ignorando mi cara de malas pulgas y aquellas ojeras malvas que yacían en mi rostro, mi pelo negro desordenado caían sobre mi frente, mis ojos helados guardaban esa gélida mirada azul y mi cuerpo tan bien formado por el ADN que corría por mis venas. No había cambiado nada en mis últimos doscientos años y cada día odiaba más esa monotonía interminable en la que había sido sumida mi vida.
(...)
Me salvaguardaba de la lluvia de Colorado en mi coche, un Audi A8 de último modelo, dirigiéndome a mi empresa en Denver a tres horas de distancia. La lluvia pegaba con fuerza en el cristal, en esta época del año era difícil ver estas lloviznas tan fuertes, cuando normalmente estas acostumbrado al sol y la humedad que transmitía el bosque.
Después de lo que me parecía un tiempo relativamente corto, el letrero del rascacielos era lo primero que veía, Moore Enterprise's, haciendo honor al apellido de cientos de generaciones pasadas. Esto es a lo que dedicaba mi vida, un día tras otro, con la costosa carga de cuidar de mis iguales en Weston.El aparcacoches me esperaba con un paraguas en la mano, no era raro ver como todos hacían su trabajo a la perfección, si había algo que se me daba bien era elegir a los mejores de entre los mejores.
(...)
La cantidad de papeles que había en la mesa es desorbitante, contratos de proveedores, curriculums, y cientos de diferentes empresas que querían colaborar con nosotros. Tengía una gran cadena de hoteles en todas partes del mundo y contribuía con las empresas de aerolíneas más importantes. Pero de entre todas esas hojas y no sé muy bien el por qué una en especial llamaba mi atencion, el curriculum de una mujer, Irish Petrov.
Unos golpes en la puerta irrumpen mi concentración
- Señor
- Dime Adele - reorganize los papeles poniendo por encima el que me había llamado tanto la atención
- Discúlpeme, se me ha olvidado decirle que hoy era la entrevista de la señorita Petrov, esta en la sala de espera. - mi corazón empieza a latir con fervor, como si estuviese esperando algo atento, incómodo.
- Dila que pase, no te preocupes - mis sentidos empiezan a descontrolarse, consigo oir cada conversación de esta planta, cada respiración, cada simple movimiento y el latido de sus corazones apaciguados. No puedo concentrarme ni tranquilizarme, y todo cobra sentido cuando la huelo. No esta cerca aún sin embargo puedo oler aquel pequeño rastro que ha dejado, me enfrasco en su fragancia, tierra, rosas, bosque, jazmín, tan dulce y delicado que era incapaz de definirloEs ella
Y aunque lo sabía, oir como mi lobo resurgía en mi mente confirmandolo era algo de lo más inesperado.
A penas unos minutos más tarde, la puerta se abría golpeandome con ese aroma tan intenso, no hubo nada en doscientos años que me hubiese descolocado tanto como verla.
- Buenos días señor Moore - su pelo castaño estaba recogido en una coleta dejando suelto algún mechón, su belleza era tan única y jamás vista por mis ojos
- Pase, la estaba esperando - soy incapaz de dejar de mirarla, sus ojos son igual que dos esmeraldas, indudablemente bella con su piel de porcelana. Me mira fijamente, sin miedo - Bueno, dígame señorita Petrov, por lo que veo viene a por el puesto de secretaria - disimule mirando su informe, increíblemente perfecto para una simple humana - me está dejando sorprendido con sus magníficas referencias, ¿qué espera usted de esta empresa?
- No es algo extraño venir a una compañía como esta, con una gran historia y una posición verdaderamente importante en este sector. Considero que tengo las capacidades suficientes para poder trabajar aquí - y aunque me mira sin un atisbo de duda, su cuerpo y el mío estaban conectandos por aquel hilo rojo del cual mis antepasados hablaban, en aquellos tiempos cuando tan sólo era un niño pensaba que se trataba de mitos contados por viejos chiflados, y ahora, en este mismo instante en que la tenía en frente, no puedo dejar de sentir todo lo que ella sentía, tan solo viéndola a los ojos.
- Y no dudo de sus capacidades, por lo que veo sabe usted hablar seis idiomas y tiene la carrera de empresariales. Si le soy sincero, creo que no hay mucho más que hablar. Estoy seguro de que hará usted una gran labor aquí como mi secretaria - la tiendo el papel con el contrato.
- Muchas gracias por haberme dado la oportunidad de trabajar aquí para usted, señor Moore - nos levantamos a la vez, me extiende su mano y yo la agarro sin pensarlo, como si eso fuera lo más preciado del mundo. No sabía explicar muy bien la corriente de emociones que era tocar su piel, como descargas eléctricas que pasaban entre nosotros. Me miraba penetrante como si ella también lo estuviera sintiendo, y era tan abrumante tenerla tan cerca, que aparté la mano como si quemara.