Capítulo 6

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"Manada"
P.O.V Irish Petrov

¿No entiendes que desde que te vi, tu vida me pertenece?

Las palabras rondan por mi mente, repitiéndose constantes y agobiantes. Un sudor frío me invade el cuerpo y el miedo se me agolpa en la garganta.

¿Qué debía hacer? ¿Renunciar a mis sueños por una vida amando a un hombre? Eso no era lo que tenía planeado para mi.

Me fijo en el ventanal que da lugar a un hermoso balcón divagando en mis posibilidades, ya es de noche, quizá más de lo que me esperaba.

No puedes huir del destino de tu alma Irish

Genial, ahora la voz en mi cabeza me dice lo que tengo que hacer.

Te aconsejo, la decisión de uniros no la tomó él, sino la Diosa, es algo que no puedes evitar.

Yo no pedí ser esto.

Incluso sin serlo, tu destino con él ya estaba trazado.

Decido ignorar esa voz abrumadora y vuelvo a pasear por los estantes. Paso mi mano por sus lomos, leyendo los títulos, hasta que llevo a una especie de cuaderno antiguo. Lo saco, la cubierta está hecha de cuero negro, con un gran lazo marrón cerrando el libro.

Querido Nicolás - comienzo a leer.

Hoy bajo la luna llena delego en vos, estos profundos y conmovedores sentimientos, que arrastro por mis días hechos de cada una de las letras de su nombre, para que no quede, si es que la hay, alguna duda o resentimiento respecto a lo que mi corazón le expresa. Hace ya varias lunas que espero encerrada en esta vil mansión a tu llegada mi amado Nicolás. Vos sois el desvelo que ha hecho mella en mis sueños, agitando mis noches con el recuerdo de aquellos ojos que enfrentaron en los míos, una gloriosa tarde, y que desde entonces, no ha habido un solo minuto, en que su rostro no se haga presente ante mi memoria, como un deseo tal vez iluso o quien sabe profetizado por el destino, para despertar en mé, esta intempestiva locura de saber que quiero amarle, de que ya le amo.

No tardes en volver amor mío, yo aquí le espero con el corazón en las manos como la primera vez.

Una lágrima cae por mi mejilla, no había leído nada tan puro nunca, tan bonitos sentimientos tenía la joven.
Cojo la siguiente.

Querido Nicolás

Hace semanas que entregué la carta al señor Alfonso con la esperanza de que pudiera entregartela. Pasan las noches y temo por tu ausencia. Esta manera mía de decirle cuanto me gusta y en qué concepto a usted le espero, pues sepa, que los latidos que ha albergado en mi humilde corazón, significan que me atrevería a esperarle y amarle este día, hasta que los venideros años longevos, la llama de mi existencia desfallezca y aún, después me atrevo a seguirle hasta el séptimo cielo, donde nuestra Diosa nos resguarda.
Y a pesar de todo lo que mi corazón siente, deseo verle si tan solo fuera una última vez, una despedida es mejor que la ignorancia de saber tu bienestar, pues aquí cuando las nubes tapan la luna, yo rezo por vos, como jamás recé por nadie.

Te quiero, amor mío.

Unos golpes en la puerta me sobresaltan.
- Señorita la cena esta servida y el señor le espera
- Muchas gracias Melyssa, enseguida bajo.

Nicolás, ¿quien será?

(...)

- Veo que te gusta lo que ha preparado Melyssa
- Sí, todo está muy bueno - sigo comiendo sin querer mirarle, después de la última conversación que hemos tenido, mi falta de objetividad debido a la voz y mi absorción por aquellas cartas, no tengo nada claro si deseo volver a tener otra con el mismo final.
- Quería disculparme contigo por lo de hace unas horas, he sido bastante grosero - le siento mirarme sin embargo sé con seguridad que no aguantaré esa mirada tan profunda.
- No importa - dejo de prestarle interés.
- Al menos acéptalas me sentiré mejor conmigo mismo si lo haces - suspiro y levanto mi rostro.
- Disculpas aceptadas - continuo cenando dando por zanjada la conversación.

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